EDITORIAL
El diálogo de saberes en comunicación: reconfiguraciones de la formación y de la investigación
Gladys Lucía Acosta V.; Ángela Garcés M.
Introducción
Una definición de base de la comunicación nos remite a reconocerla como un proceso intersubjetivo que se orienta a la co–construcción del sentido en la trama de las interacciones humanas que se tejen en la vida social. Si admitimos la validez de esta definición, resulta cuando menos paradójico que, tanto la investigación en este campo, como la formación profesional sigan las rutas que han trazado, bien el paradigma positivista (que ya se creía superado) o bien las leyes del mercado y su proyecto político de mercantilización de la educación (que ha penetrado con fuerza y según dicen para quedarse). En este contexto, pensar en clave del diálogo de saberes en comunicación constituye un desafío a las rutas trazadas y recorridas, tanto en el campo de la investigación, como en los procesos de formación en comunicación (Acosta, G. L.; Tapias, C. A. & Pinto, M. C., 2016).
Este ensayo, más allá de un ejercicio de deconstrucción de los sentidos hegemónicos que se tejen en la academia, enuncia lo que consideramos pistas, que pueden aportar en la construcción de apuestas para la investigación y la formación, más coherentes y pertinentes con el momento histórico que vive el país, es decir, con la construcción de agendas de investigación y de formación en comunicación que sirvan de referentes en la configuración de proyectos que apunten a la construcción de una cultura de paz y de reconciliación. Estas pistas son hallazgos y retos de la investigación ''Prácticas de comunicación para la movilización y el cambio social: un diálogo de saberes con colectivos de comunicación que interactúan en sectores de periferia de Medellín''. La investigación se propuso responder a la pregunta: ¿Cómo generar nuevo conocimiento en prácticas de comunicación para la movilización y el cambio social, a partir de la articulación creativa e innovadora entre el saber social / comunitario y el saber académico, de tal modo que se puedan poner en diálogo los conocimientos y sus modos de producción, los modos de relacionamiento, las prácticas de comunicación, la producción y la gestión de medios en cada uno de los escenarios considerados?
1. Las paradojas de la investigación y de la formación en comunicación
Para el caso de la investigación, abundan los indicios que sustentan la conjetura de una cierta revitalización del paradigma positivista: el endurecimiento de los métodos (en la producción y en la divulgación del conocimiento) en un intento por acercarse a los procedimientos de las ciencias naturales y a los modos de comunicación de sus hallazgos; la pretensión de borrar, a toda costa, cualquier huella o vestigio de subjetividad que pueda poner en duda el rigor científico y la objetividad; la necesidad de encontrar leyes y principios generales para explicar los fenómenos comunicativos en el intento de modelar, de modular, de predecir y de contralar sus manifestaciones; la mirada, cuando menos de sospecha, sobre cualquier trabajo (estudio de caso) que no aplique los métodos cuantitativos que le confieren validez a los resultados; la necesidad de objetivar a los sujetos y sus realidades cuando se indagan sus prácticas y sus procesos; los saqueos y ''extraccionismos cognitivos'' cuando se apropian los conocimientos populares que, bajo algunas traducciones al ''lenguaje científico'', se asume, como producto de los investigadores, aquello que genuinamente pertenece a las comunidades.
La investigación en diálogo de saberes entre colectivos de comunicación y la academia revela que los asuntos clave en comunicación: apertura de códigos y liberación de contenidos, libre acceso a los saberes y conocimientos, las ciudadanías comunicativas, la apropiación de medios para la movilización y el empoderamiento de las comunidades, la ecologías de la comunicación, el papel de la mediación comunicativa para la construcción de memoria y la resignificación de los territorios, las metodologías participativas y en clave de diálogo de saberes son asuntos que convocan a los colectivos de comunicación en Medellín, pero lastimosamente estos asuntos son precariamente abordados por los programas de formación o por las agendas de investigación.
Para el caso de la formación, en Colombia –en consecuencia con el modelo económico– el modelo educativo, particularmente la Educación Superior (aunque no es la excepción en la región) ha adoptado y sigue fiel al proyecto político de mercantilización de la educación, situación que se evidencia en el tipo de vínculos que la academia está interesada en fortalecer y, por supuesto, en aquellos otros que está marginando (las problemáticas sociales), al no constituir un factor de peso en la escala que imponen los organismos de control y de evaluación de la calidad del servicio educativo. Entre los aspectos marginados de la preocupación de la academia está la relación con los contextos sociales; la investigación y la extensión ahora son dirigidas por los intereses mercantilistas, y terminan siendo las multinacionales y los grandes emporios económicos los que inciden en la determinación del qué y el para qué se debe investigar.
2. Investigar y formar para la transformación
En el contexto de los procesos de paz en Colombia, cuyos avances permiten avizorar un futuro escenario de posconflicto, la formación del comunicador y las agendas de investigación en las facultades de comunicación requieren un giro que compromete la revisión de nuestros hábitos de pensamiento, que producen inercia y un conocimiento sin conciencia histórica, a fin de poder avanzar: de lo parametral a lo categoríal, de lo cognoscitivo a lo gnoseológico (Zemelman, 2006), del pensamiento abismal y del razonamiento indolente, que desecha la experiencia, hacia una ecología de saberes que valora y pondera la necesidad de la co–presencia y de un pluriconocimiento (De Soussa–Santos, 2002, 2010). Este giro compromete, además, reconocer que al lado de un pensamiento analítico y calculador, un pensamiento sin arraigo que promueve el individualismo (cultivado y privilegiado en la cultura occidental), se halla otro, ''el pensamiento seminal'' andino que es propio del indígena, un pensamiento meditativo que también habita al sujeto popular; es un pensamiento vivo, colectivo y situado que la universidad ha desechado (Rodolfo Kusch, citado por Tasat, 2013). Finalmente, el giro que la academia requiere exige decolonizar a la universidad, romper su estructura arbórea con su tendencia a la departamentalización y a la fragmentación del saber (Castro–Gómez, 2005) para recomponer un proyecto de universidad que reconozca la complejidad del conocimiento, la necesidad de propiciar un trabajo transdisciplinar que exige el diálogo de saberes.
En este contexto es posible pensar en una formación transformadora que abandone las didácticas de transmisión y se apropie de unas didácticas restaurativas que, inspiradas en el diálogo, ofrezcan estímulos detonadores que generen otros modos de vinculación con los conocimientos (no solo cognitivos sino también artísticos, estéticos, experienciales) y con los contextos en los que estos se producen y cobran sentido (las comunidades, las organizaciones, los colectivos, la academia); otros modos de relacionamiento intersubjetivo y desjerarquizado que partan del reconocimiento del otro y de lo otro (los saberes que portan) y de las posibilidades de construir juntos; otras sensibilidades que acerquen a la reconciliación, tan necesaria en contextos que, como el nuestro, han privilegiado la desconfianza, la competencia, el individualismo e incluso donde se ha concedido un lugar a la gestión del miedo y del odio.
Si pensamos puntualmente en las reflexiones que pueblan algunas propuestas en comunicación, tendríamos que admitir el acierto de Martín–Barbero (2005) cuando propone, en el marco de tres ejes problemáticos: las competencias y los oficios; las agencias de legitimación, y las dinámicas de transformación, el paso de un comunicador–intermediario a un comunicador mediador, que pueda contribuir –desde su accionar– en la construcción de una sociedad más democrática. Más adelante, analizará la relación entre proyectos de nación, agendas de país y retos para la formación del comunicador en América Latina (Martín Barbero, 2009). La pertinencia de los trabajos de Sierra–Caballero con su propuesta de una ecología de la comunicación como imperativo en los procesos de formación del comunicador en la era del capital cognitivo (Sierra– Caballero, 2006; 2008); la necesidad de formar un comunicador para el cambio social (Gumucio, 2011); el comunicador popular desde una apuesta política, en la que se cruzan la comunicación y la educación (Kaplún,2002) o, bien, la construcción de un comunicador o un periodista comunitario (Acosta, 2014; Gallego & Amórtegui, 2015), subjetividad emancipada que, si bien puede contar con procesos de formación universitaria, su fuerza y su orientación política devienen de la experiencia vivida en procesos de creación de medios de comunicación comunitarios y alternativos, como lo reporta el libro Apropiación de medios en los colectivos de comunicación (Acosta & Garcés, 2013); espacios que comprometen un poderoso vínculo con el territorio, con la base social comunitaria (Acosta, G. L. & Garcés, A. 2010), con la construcción de memoria y con la reivindicación de los derechos de las comunidades de las márgenes o periferias de Medellín (Garcés, A. & Jiménez, L., 2016)
2.1 El diálogo de saberes: Una investigación otra
Tal y como lo afirman Acosta & Tapias (2016 en prensa) el diálogo de saberes como perspectiva epistémica y como ángulo político no es nuevo; se ha estado poblando con experiencias y proyectos de investigación, particularmente en la línea más cercana a la investigación–acción–participación. Después de la exploración y revisión de antecedentes de experiencias y de investigaciones en diálogo de saberes, es propio concluir que, pese a las diferencias, derivadas entre otras cosas de los ámbitos (lo pedagógico, los saberes ambientales, los conocimientos ancestrales y la academia) en que se instaura el diálogo de saberes, todos parecen coincidir en la identificación de unos principios que rigen los encuentros; ellos son:
• ser una opción política que aboga por la construcción de prácticas de des–jerarquización, reforzando la transformación de la lógica de dominación y subordinación, en la lógica de solidaridad y colaboración;
• una postura epistémica, gnoseológica y antropológica que privilegia paradigmas transdisciplinares y reclama una racionalidad ampliada, como la ecología de saberes;
• una plataforma metodológica que le apuesta a la construcción de rutas que favorecen el trabajo colaborativo y a la recuperación de metodologías participativas y dialógicas: la investigación–acción–participación y la teoría fundada;
• una decisión ética que dispone al reconocimiento del otro (subjetividades) y de lo otro (saberes, conocimientos);
• una orientación estética que prepare para la percepción de un ethos barroco– popular en íntima conexión con la dimensión política para ofrecer la recursividad expresiva de las movilizaciones no violentas, es decir, estéticas de la resistencia, la disidencia y la resiliencia.
En este contexto, es propio afirmar que el diálogo de saberes es una propuesta alternativa de investigación Otra que rompe con las lógicas de investigación y de acción, dominantes en nuestra cultura occidental.
2.2 Cuando el objeto del diálogo es la comunicación
Una de las potencialidades del proyecto ''Prácticas de comunicación para la movilización y el cambio social'' es el reto que asumimos investigadores de la academia e investigadores comunitarios de poblar de sentido lo que en su momento solo fue una plataforma de la convocatoria COLCIENCIAS, es decir, el diálogo de saberes. Un diálogo que se reconoce como un espacio de encuentro y de reconocimientos en la diversidad, que privilegia relaciones de tipo horizontal, al tiempo que valora el disentir y las tensiones que ponen a prueba la creatividad de los participantes para construir propuestas inéditas, ha representado también la posibilidad de que tanto los actores académicos como los colectivos de comunicación se reconozcan a sí mismos, e identifiquen sus vacíos conceptuales y sus potencialidades. Constituye un trabajo de exploración realizado desde la comprensión del lugar y de las construcciones del actor; desde el proceso con el que se construye el saber, desde la práctica, desde las experiencias vividas en el ámbito académico y el ámbito comunitario, desde las trayectorias de vida y de las formas de construir, y genera una experiencia de mutua afectación de unos y otros que ''desestabiliza'', en un sentido positivo, el lugar propio, permitiendo procesos de enriquecimiento político, conceptual, metodológico, experiencial y subjetivo.
Ahora bien, cuando se hace explícito que la comunicación que estamos privilegiando es aquella que lleva a la acción, que potencia la transformación y que apunta al empoderamiento de las comunidades de las periferias, parece claro que la pregunta tiene una vocación política explícita por favorecer los principios y el tipo de prácticas que le apuestan ''al buen vivir'', a la ecología de la comunicación y a los medios; a una comunicación que sirva a los intereses comunes; una comunicación que empodere, que sirva para profundizar los principios democráticos; una comunicación que informe y forme una opinión pública crítica y libertaria; una comunicación que asuma que la información es un derecho, vinculado a la construcción de ciudadanías comunicativas plenas.
3. Por una continuidad del diálogo de saberes en comunicación
Dar continuidad a los diálogos entre colectivos y academia constituye un imperativo ético y político, pues, es cuando menos necesario que escenarios de diálogos como los que ha potenciado el proyecto ''Prácticas de comunicación para la movilización y el cambio social'' se sigan construyendo; ya se vislumbran los trazos que nos acercan, desde miradas más críticas, a una academia en donde el encuentro de saberes sea una posibilidad; que los saberes de los colectivos, de los actores populares, de las organizaciones civiles puedan también habitar la academia, no como objetos exóticos y extraños, sino bajo el reconocimiento de que estos saberes anuncian otros modos de ver, de sentir, de experimentar la realidad.
En el propósito de dar un paso en pos de esa continuidad, la Facultad de Comunicación presenta la colección Diálogo de saberes en comunicación, inaugurada con dos textos: Diálogo de saberes: Colectivos y Academia, y Comunicación para la movilización y el cambio social. La idea de una serie editorial que pueda compilar, sistematizar y compartir experiencias en diálogo de saberes en comunicación tiene su origen en el proyecto ''Prácticas de comunicación para la movilización y el cambio social: un diálogo con experiencias de comunicación que interactúan en sectores de periferia en Medellín''; se consolida y empieza a adquirir forma en el Congreso Nacional Diálogo de Saberes en Comunicación, evento que congregó académicos y procesos sociales a dialogar en torno a la comunicación.
Además, el actual contexto histórico y político del país, en el donde se vislumbra un escenario de posconflicto, constituye uno de los retos más importantes para la investigación y la innovación social en las Ciencias Sociales y en la Educación; y, en estos campos, el diálogo de saberes en comunicación tiene mucho que ofrecer, máxime, cuando se piensa en la construcción de propuestas que favorezcan la inclusión, el multiculturalismo, la diversidad, la construcción de memorias y de experiencias para la consolidación de paz en Colombia.
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