ARTÍCULOS
El ethos antioqueño: Soporte moral para la creación, desarrollo y conservación de empresas*
Fabio Calle Correa **; Juan Guillermo Correa Jaramillo***
**Sociólogo, Universidad San Buenaventura. Magíster en Sociología, Facultad de Educación Universidad de Antioquia. Magíster en Educación, Universidad Javeriana-Universidad de Medellín. Correo electrónico: fcalle@guayacan.udem.edu.co
***Administrador de Negocios de la Universidad EAFIT. Especialización en Mercadeo Financiero en Wharton School y Dirección Empresarial de INALDE, Universidad de la Sabana. Candidato a la Maestría en Educación, Universidad de Medellín-Universidad Javeriana. Asesor del proceso de Acreditación de la Facultad de Ciencias Administrativas de la Universidad de Medellín. Profesor Universidad de medellín. Correo electrónico: lcorrea@guayacan.edu.co
"César conquistó las Galias..."
Don Alejandro Echavarría fundó a Coltejer;
Don Germán Saldarriaga edificó a Pintuco;
Don Jorge Arango creó a Argos.
"¿Ellos solos?"
(Paráfrasis del poema "Preguntas de un obrero que lee", de Bertolt Brecht)
RESUMEN
El trabajo se orienta a recuperar del olvido aquellas historias de vida de empresarios y empresas de Antioquia que, sin ser las grandes y sonadas historias, sin ser tampoco aquellas vidas monumentales de personajes de la empresa de la región, sí han contribuido con el esfuerzo a edificarla, a construir esta porción de país que hoy goza de merecida fama no sólo en el contexto nacional sino incluso internacional.
Se identificarán aquellas personas que han iniciado sus proyectos empresariales partiendo desde cero. De una y otra, persona y empresa, se recuperarán sus memorias, indicando en cada caso las dificultades surgidas, las soluciones propuestas, y tratando no sólo de periodizar sus respectivas vidas", sino de contextualizarlas de conformidad con la situación cultural, económica, política, etc.
Se pretende que el trabajo realizado pueda luego ser mostrado o exhibido y así llegue a convertirse en modelo o ejemplo para las generaciones presentes y futuras, para que encuentren en él que el espíritu emprendedor del "paisa" es, en efecto, una genuina realidad que no sólo no se ha agotado, sino que se actualiza y florece día a día.
Esas historias de vida desconocidas, de personas que aún permanecen en el anonimato, podrán recuperarse y ver en ellas cómo se actualiza permanentemente el espíritu emprendedor del paisa: de este modo se les hace un reconocimiento y, a la vez, se ponen como modelos.
ABSTRACT
The work is oriented to recover of the forgetfulness those histories of life of industralists and companies of Antioquia who, without being great and sonatas histories, without being either those monumental lives of personages of the company of the region, yes have not contributed with their effort to build it, to construct this portion of country that today enjoys deserved fame not only in the national but even international contex.
Those people will identify themselves who have initiated their enterprise projects starting off from zero. Of one and another one, person and company, will recover their memories, indicating in each case the arisen difficulties, the propose solutions, and trying hot only their respective "lifes" by periods, but of contextualizar them in accordance with the cultural, economic, political situation, etc.
She tries herself that the made work can soon be shown or exhibited and thus model or example for the present and future generations gets to become, so that they find in him that the enterprising spirit of paisa. She is, in effect, a genuine reality that has not been not only exhausted, but that updates and blooms day to day.
Those unknown histories of life, of people who still remain in the anonymity, will be able to recover and to see in them how the enterprising spirit of paisa updates itself permanently: This way a recognition is done to them and, simultaneously, they are placed like models.
Introducción
Esta exposición se dividió en dos partes, diferentes de la forma como se presentó el trabajo original. En éste, básicamente, se entretejen la construcción teórica y la información empírica, recogida en entrevistas y observaciones con los empresarios, en una especie de argumento descriptivo. Aquí se presentan en forma separada, de tal manera que sólo al final del texto, se retoman algunos aspectos significativos en la vida de aquellos empresarios seleccionados para el trabajo.
Es preciso anotar cómo metodológicamente el trabajo inicial fue definido como un estudio descriptivo de corte cualitativo, en el cual se combinaron para la reconstrucción de las historias de vida, los modelos arqueológico y estructural, tratando con ellos de articular lo personal o individual con lo social.
Por la naturaleza del asunto investigado, el espíritu o "ethos" propio del paisa y su papel en el empresarismo del antioqueño, el trabajo no podía portar sino los rasgos metodológicos que se le atribuyeron, a saber: cualitativo-descriptivo basado en "historias de vida". Fundamentado en la idea según la cual, más allá de los factores estrictamente económicos, existen otros de índole extra-económica los cuales han llegado a constituirse en agentes quizás más importantes que aquéllos, en lo atinente al progreso y desarrollo. A este complejo de naturaleza psico-socio-cultural, se le ha designado con el nombre de "ethos". Aquí tiene el significado amplio de "morada", "casa" o "territorio" y también se lo hace equivalente a conceptos como los de carácter, modo de ser o personalidad.
La construcción teórica soporte del trabajo
Para épocas de crisis, para días de desaliento e incertidumbre como las que hoy caracterizan a las sociedades, en especial a la colombiana, se requieren una disposición anímica y un temple espiritual como los que han distinguido al pueblo antioqueño, a fin de poder encararlos y sortearlos, con todo y que ha sido víctima de cualquiera cantidad de diatribas; se dice de él,en efecto, que es regionalista y etnocentrista, tacaño, malicioso y taimado, camandulero, enredador y exagerado, jugador y pendenciero. Es, claro está, la mirada de "ellos". Otra cosa diferente, es cuando se percibe su modo de ser desde la propia mirada, desde el grupo "nosotros", pero, sobre todo, cuando se lo aprecia desde su "obra", desde sus realizaciones a lo largo de la historia.
Claro que ha habido también quienes, como Don José María Samper, han llegado a tener una visión mucho más aquilatada y menos sesgada: Así lo percibió este empresario y pionero de la sociología en Colombia:
... se le halla siempre andariego, soldado valiente de infantería, trabajador sufrido, viajero infatigable a pie, laborioso, inteligente para todo, frugal, poco sobrio, aficionado al juego como todos los puebles mineros, apasionado por el canto, ascético y poco accesible en su país, notablemente ortodoxo, rumboso y gastador como individuo pero parsimonioso y algo egoísta en comunidad. Además, en todo tiempo lo hallaréis negociante hábil, muy aficionado al porcentaje, capaz de ir al fin del mundo por ganar un patacón, conocido en toda la Confederación por la energía de su tipo y por el cosmopolismo de sus negocios, burlón y epigramático en el decir, positivista en todo, poco amigo de innovaciones y muy apegado a los hábitos de la vida patriarcal.1
En fin, todo cuanto se ha dicho y aún se dice del antioqueño, bien o mal, lo cierto sí es que tiene un referido en el modo de ser del paisa, que hay un "algo" en el hombre de esta región que ha dado que decir, aquello que lo ha hecho distinto en el concierto nacional; Ese algo es precisamente su "ethos", ese modo de ser, decir, pensar, actuar; esa forma de asumir los problemas y de sortear las dificultades, de verse a sí mismo y de relacionarse con los otros y con el mundo.
Pero, entre unas y otras, lo cierto es también que en ese modo de ser, y cual si se tratara de una "síntesis creadora" específica, han llegado a confluir las más diversas e, incluso, opuestas características; en ese "ethos", tan propio del paisa, parecen haberse dado cita tendencias en apariencia contradictorias e irreconciliables; por eso, se lo encuentra, al tiempo, "regionalista" o particularista y universalista o cosmopolita; tradicionalista, conservador e innovador, visionario y creativo; orgulloso de los rasgos adscriptos, pero con una muy fuerte inclinación a lo adquirido a base del esfuerzo; trashumante, aventurero, andariego y, a la vez, apegado a la familia, a los hijos y a la tierra práctico y soñador; alegré, chancero, parlanchín, pero tristón y melancólico en ocasiones; en fin, capaz de heroísmos, pero también de villanías.
Ha sido pues y sigue siendo ese "ethos" el que se ha encargado de conferirle al antioqueño una identidad entre los pobladores del actual territorio colombiano; pero, más allá de ello, es también Lo que le ha permitido trascender y franquear las fronteras nacionales: gracias a esta especial configuración de alma, impulsó el desarrollo del occidente del país, levantó poblaciones aquí y allá, conectó la economía nacional con el entorno mundial, fomentó los procesos dé industrialización creando empresas de toda laya, propició la conexión de las diferentes regiones fomentando la creación de obras públicas que hoy figuran entre los grandes "monumentos" de la ingeniería humana.
Configuración del ethos del antioqueño
Se ha dicho ya cómo ese "ethos" del antioqueño es una compleja estructuración, gracias a la cual se distingue del resto de los colombianos pero también Como le ha permitido enfrentar las situaciones difíciles asociadas con el entorno físico y con las situaciones de crisis por las cuales han atravesado el país y la región. Pero es necesario ahondar más en el concepto; decir, en forma más amplia, acerca de su estructuración o su conformación. En este sentido, se trata de una formación de naturaleza espiritual y psíquica, social e histórica, en cuya configuración ha intervenido una pluralidad dé factores que van desde la influencia familiar, hasta las limitaciones o carencias asociadas al medio geográfico, la cultura y en ella la religión, las costumbres, los mitos, las creencias, las percepciones del sí mismo y de los otros. Es esa compleja formación la que confiere un sentido a la vida y a las acciones del antioqueño.
De lo expresado se colige cómo, cuanto hace el hombre, tiene para él un sentido y éste está determinado por lo que el hombre es, piensa, siente, cree; esto quiere decir, que el "medio" en el cual el hombre habita, no es cualquier medio, sino aquel que habita ya en él, bajo la especie de sentido. El mundo del ser humano, sería, entonces, "su mundo" uno hecho a la medida de sus sueños, de sus creencias y valores, de sus esperanzas y experiencias, pero también una realidad cósmica del tamaño de su carácter, de su personalidad, de la forma como se percibe a sí mismo y como percibe a los otros.
Cuanto se ha dicho, referido ahora al antioqueño, quiere significar que, para los efectos del trabajo que ha sido presentado a la comunidad académica, existe una relación circular –Morin la designa como "bucle– entre lo que es Antioquia como región, como "medio" geográfico y espacial, en fin, como territorio, y el sentido que ha tenido y continúa teniendo para las gentes de estas tierras. Ésta, si se quiere, es la consideración fundamental del presente trabajo.
Asumiendo como punto de partida, como "piedra angular" del estudio en mención la idea anterior se reconocen otras consideraciones como básicas para su realización. Una de ellas, aquella de acuerdo con la cual es preciso reconocer la unidad dinámica existente entre el hombre y su medio, entre aquél y sus obras, entre su vida y la de la sociedad, entre la historia personal o biografía y la historia de su pueblo, comunidad o sociedad, en fin, entre un "ethos" social y objetivo y un "ethos" individual y subjetivo, entre su casa y el universo. "... la Historia contemporánea, son también hechos relativos al triunfo de hombres y mujeres individuales (y en esa misma línea de pensamiento). Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas."2
El referido carácter o "ethos" propio del paisa constituye, en modo alguno, una condición natural o genética de este pueblo. Al contrario, es una formación o construcción que ha venido levantándose, merced a las relaciones dinámicas y activo-laboriosas establecidas entre los hombres de la región y su medio. En ello han participado, cuál más cuál menos/el minero y el comerciante, el agricultor y el industrial, pero también las "figuras" del cura, el padre y la madre.
Contenido del ethos del antioqueño
En el modo de ser, carácter o "paisa" se hallan, constituyendo unidad compleja y dinámica, sus creencias y mitos, sus intereses, su "visión del mundo" y de sí mismo –self–, al igual que sus valores o pautas valorativas. Esa compleja unidad, se ha dicho ya, imprime sentido y acaba por afectar la vida y obras del hombre, en este caso del antioqueño. "Imprimir sentido" a su acción significa entonces orientar su modo de ser y actuar frente al medio y a los otros.
En el párrafo anterior queda, pues, establecida otra de las claves desde donde es preciso leer el presente trabajo: los valores, en tanto orientan y pautan la acción y confieren un sentido a la vida, a la acción que realizan y a los propósitos de gestar empresa por parte de los antioqueños; hacen parte constitutiva de una suerte de sedimento espiritual, de una especie de precipitado moral socio histórico que ha ejercido sus efectos y sigue ejerciéndolos en el mundo de la vida práctica; tal "sedimento" ideológico-cultural, aunque intangible e inconsciente, y, aunque se lo haya considerado apenas tangencialmente, sigue perviviendo entre los pobladores de esta región del país; en fin, la idea de la existencia de un "ethos" antioqueño, de un específico modo dé ser de un legado histórico el cual; a modo de una profunda estructura mental inconsciente, orienta, dirige y "pone destino"3 a la acción emprendedora de aquél.
Pero también, "al lado" de los valores, se hallan en el "ethos" del paisa, las creencias, las percepciones de sí y de los otros, los mitos. Especialmente respecto de estos últimos, sí que se ha hablado; dicen algunos que el empuje, el espíritu empresarial del antioqueño, su tenacidad, su amor por el trabajo, su disciplina, su inteligencia y malicia para los negocios, su liderazgo, y otros rasgos que inveteradamente se le han atribuido al antioqueño, son sólo eso, mitos. En ese contexto, el término tiene la acepción de mentira, de falsa conciencia, de engaño. Así, pues, el mito sobre la forma de ser del antioqueño y su empuje es una farsa.
El trabajo asume una posición contraria y, en todo caso, afín y familiar con la concepción de los Interaccionistas Simbólicos, para quienes la sociedad es ante todo un tejido intermental, es decir, de naturaleza psíquica y para quienes, además, la vida en sociedad es un intercambio de imágenes, de percepciones acerca de sí mismo y de los demás. Agregan que dichas percepciones afectan la vida social real. En este aspecto, se toma en consideración aquello planteado por ellos, a saber: cuando una situación (y en la situación, un actor, para el caso, el antioqueño) se asume como si fuera real, las consecuencias derivadas de ello serán también reales. Como quien dijera: paralelamente a las ejecutorias y/o realizaciones del antioqueño en la historia ha ido edificándose en él un "self", una autopercepción de si mismo tan elevada que, ésta a su turno, ha tenido y sigue teniendo una fuerte incidencia en las realizaciones del "paisa". Decir pues, mito o concepción mítica, no equivale a decir, en este segundo sentido, mentirá, engaño o falsa conciencia.
De esta manera, que se diga que tiene genéticamente con Judíos o Vascos alguna proximidad, que es el "yanqui de Colombia",o bien, que tenga entre todos los colombianos una suerte de "destino manifiesto" puede no ser cierto en el sentido de no estar apoyado sobre bases empíricas y demostrables, pero que ha surtido efectos y que ha llegado a tener su incidencia real, lo atestiguan sus ejecutorias, sus obras y realizaciones en el proceso de su devenir histórico.
Lo anterior es consecuente con cuanto se ha dicho en el sentido de que no es escindible el carácter o modo de ser del hombre –para el caso, el antioqueño–, de su mundo externo, en el cual se proyecta y realiza a través o por medio de sus acciones y obras. También con lo planteado cuando se dijo cómo el mundo externo y material no puede ser concebido como burda materialidad, sino como la expresión o manifestación del alma de un pueblo. En este sentido, el trabajo asume que, dado ese continuo hombre-medio, al primero puede conocérsele vía transformaciones y obras realizadas en el segundo, ya que también éstas están hechas y pletóricas de su espiritualidad, de su "ethos".
La formación de valores en familia
No se puede, bajo ninguna circunstancia, aludir al "ethos" del antioqueño y a su formación o configuración, sin hacerlo de forma inmediata a una institución que para las gentes de la región ha llegado a convertirse en fundamental. En efecto, es en el seno familiar donde se aprende para la vida: las admoniciones del padre, los consejos afectuosos de la madre, la oración en grupo y, en especial, las labores relacionadas con el campo y con el hogar terminan por moldear un carácter y una forma de ser en la cual el afecto y el sentido de dignidad, asociados al trabajo, ocupan un lugar central.
En el apego a la tradición y, en general, en lo relacionado con la inculcación de valores como la independencia, el amor al trabajo, la responsabilidad, la honestidad, la disciplina, el espíritu de servicio, el respeto, la solidaridad, la frugalidad, el arraigo a la tierra, la tenacidad, la libertad y perseverancia, amén de un sinfín de otros rasgos-valores, la familia ha cumplido un papel capital. Ése es el caudal con el cual sale a la vida a construir su nombre y a hacer País el antioqueño. Es lo mismo que él le entrega a sus hijos, replicando el proceso una y otra vez, ayer y hoy, aquí y allá, a lo largo y ancho de la geografía antioqueña.
Cuando uno lee que el antioqueño es amante de su hogar, responsable ante sus obligaciones para con su mujer y con sus hijos, marido fiel, y que la mujer es hacendosa y trabajadora, abnegada, fecunda y con don de mando, piensa en que el patrón era el padre o la madre y los trabajadores eran los hijos...4
Esa formación, herencia de la familia, es la que, entre otros factores, ayuda a explicar la gesta de la colonización antioqueña5, al igual que el desarrollo de la economía agraria centrada en la pequeña unidad productora de café, y el posterior proceso de industrialización, fenómenos que no podrían comprenderse a cabalidad de no estar dinamizados por una forma de organización social cuyo núcleo ha sido la familia.6 En su seno, el trabajo y la formación son una misma cosa; mientras los hombres acompañaban al padre en las faenas de la tierra, las mujeres estaban dedicadas a las tareas de la casa y, unos y otras, aprendían lo que había que aprender para la vida.
...una vez cumplido el entrenamiento del niño mediante el trabajo duro en la familia, el antioqueño se sentía hasta cierto punto explotado por las condiciones de trabajo y de dictadura paterna y a menudo abandonaba el hogar. Los varones por medio de lo que llaman la "volada de la casa" y las mujeres por medio del matrimonio. Las responsabilidades del padre se reducían a su mujer ya sus hijos pequeños. Quien iba adquiriendo la mayoría de edad tenía que independizarse y ganarse la vida por su propia cuenta. Estos hechos sin duda han tenido una gran influencia en el sentido de independencia y en el carácter emprendedor del antioqueño.7
Ese caudal de valores que se ha ido adquiriendo al ritmo del trabajo hogareño y de un complejo de circunstancias que rodean la vida en familia del antioqueño constituye así la fortaleza por excelencia del emprendedor de esta región, a la vez que lo hace un hombre tan particular en el contexto nacional. Es allí pues, en el seno del grupo familiar, donde se "coge destino", donde se "aprende a tener oficio" y donde definitivamente se adquiere la vena de empresario y negociante.
Los valores ético-religiosos y su incidencia económica
La influencia de estas doctrinas sobre la mentalidad económica del nuevo hombre fue tanto más profunda cuanto que aquéllas eran capaces de producir estados anímicos especiales, que por su naturaleza favorecen el crecimiento del espíritu capitalista.8
Aquí y allá ha encontrado resonancia el trabajo de Max Weber9 en el cual correlaciona la ética protestante de corte calvinista y el espíritu acumulativo del Capitalismo.10 Así, entre nosotros han existido quienes propongan una ética, o bien, una moral laicas, ajenas á la fe y a la religión, como condición necesaria para el fomento del progreso. Ello descalifica la religión y la moral católicas como propiciatorias o favorables a los propósitos acumulativos del capitalismo.
El trabajo ha preferido seguir en este aspecto a Werner Sombaft, cuya percepción ha sido considerada menos apologética e ideológica, en todo caso, más "abierta" y prudente. En efecto, considera este pensador que al amparo de la Fe Católica y del Judaismo, y activado por sus valores y principios morales, también se alcanzan los propósitos acumulativos del burgués y, para el caso específico del antioqueño, pelechan proyectos de empresa y florecen y prosperan quienes se ocupan de continuar la gesta antioqueña. Parece ser, entonces, que es el caudal de valores ético-religiosos, el sustrato moral implicado en cada credo, el que acaba soportando las actividades económicas, la disciplina requerida para establecer, impulsar y mantener un proyecto de empresa, y no una determinada confesión religiosa en particular, como creyeron haberlo constatado Max Weber y confirmado otros pensadores y estudiosos, incluso en nuestro medio.
Historias de vida de algunos empresarios antioqueños: "Claves" para su lectura
Al presentar algunos aspectos destacables de estas "historias de vida", no se trata de contar nuevamente la vida de los prohombres de la empresa antioqueña, a quienes seguramente el país debe tanto, ni del derecho a asumir que existe una historia económica y social de Colombia, plana y homogénea, con un "telos" irremediable, el progreso, hacia el cual trazan una dirección los "héroes" de la industria en Antioquia. Se trata, en cambio, de reconstruir y exhibir, luego, algunos aspectos relevantes en la vida de empresarios de "bajo perfil", lo cual nada les quita de su calidad de empresarios.
Simultáneamente, el trabajo realiza un giro respecto de lo que se ha estimado como "historia de vida" y, en general, como "historia". En este sentido, no se ha tratado de perpetuar la idea de acuerdo con la cual sólo tiene biografía el empresario de "alto perfil", a quien le erigen un monumento o bien un gran relato. En fin, no se trata de recontar la historia de Carlos J. Echavarría, sino las de algunos hombres y mujeres én quienes pervive el espíritu paisa; quienes algún día decidieron comprometerse en la dura misión de hacer País, de generar empleo y riqueza para una comarca que no se arredra ante ningún obstáculo.
No fue posible, por las exigencias editoriales, presentar todas las historias de vida de los empresarios investigados. No existió ningún criterio para seleccionar las que, a modo de ejemplo, se presentan; sólo el azar hace que aparezcan, pero no significa que sean éstos los más importantes ni representativos.
El hacha que mis mayores
Me dejaron por herencia,
La quiero porque a sus golpes
Libres acentos resuenan
Yo que nací altivo y libre
Sobre una sierra antioqueña
Llevo el hierro entre las manos
Porque en el cuello me pesa.
Nelson Zuluaga:
"Un hombre de fuerza callada"
Empresa: Colchones Fantasía
Un joven empresario del oriente antioqueño que se distingue precisamente por ser callado, parco en el hablar, pero claro y escueto en lo que dice. Paralelamente, afirma ser un hombre tímido, pero de "fuerza callada", y a fe que lo es. De ello dice su obra, la empresa.
Alude permanentemente a su padre y también a lo sucedido con la empresa de sus abuelos, una firma de dulces o confites –"Metrópoli"– que llegó a ser una de las más importantes del país, con modernas maquinarias y valorada en "más de tres mil millones" que, un tanto por imprudencia, pero más por desconocimiento, se vino a menos. El no quiere que ocurra otro tanto con la suya, por eso cuanto hace lo hace con prudencia, previa reflexión y examen de su gestión. Así, y pese a que le generó dolor y angustia, se vio obligado a separarse de su familia, especialmente de la madre, quien parece fue la persona que más acusó el golpe... "eso le causó llanto varios días", afirma, refiriéndose al efecto causado por su sentido de independencia en ella, mas consideró necesario hacerlo para bien de la empresa.
^parece ser que es precisamente este "sentido de independencia", de "neutralidad afectiva" que lo caracteriza, uno de sus fuertes y también una de las condiciones para mantener y sacar adelante sus proyectos con relación a la empresa; ese mismo rasgo se manifiesta también en otros aspectos de su vida como el que cuenta respecto de su novia de tanto tiempo, con quien decidió romper sus relaciones, debido a que consideró amenazada su independencia (experiencia a partir de la cual concibió la idea de redactar unas "capitulaciones" para que, queden claras la cuentas entre el patrimonio familiar y aquella persona con quien llegue a formalizar una relación); asimismo, dicho rasgo se evidencia en su deseo de abandonar la gerencia de la empresa y nombrar en la dirección a una persona ajena a la familia, y de esa forma no poner en riesgo el "patrimonio familiar" y permitir el progreso y la dinámica de su unidad productiva; también en su intención de crear un "protocolo de familia", con el cual puedan establecerse unas reglas de juego para el manejo más eficaz de la firma (documento en el cual se establecerían las condiciones, derechos y obligaciones de cada miembro en la participación de las actividades de la empresa).
A los rasgos de independencia, cierta neutralidad afectiva y racionalidad se agregan otros como el universalismo: Nelson, a diferencia de su padre " a quien le daba miedo meterse", optó por introducir innovaciones, por dedicarse a la producción de colchones con especificaciones de calidad para atender necesidades de sectores más pudientes de la sociedad. Allí pueden hallarse rasgos típicos del modo de ser antioqueño: es conservador y a la vez innovador, tradicionalista, particularista y, al tiempo, futurista y visionario: Conserva la tradición iniciada por el abuelo paterno y continuada por el padre en el sentido de dedicarse a la fabricación de colchones; Nelson, a diferencia de ellos se prepara como administrador de empresas y logra racionalizar, mejorar y adaptar la actividad a los requerimientos o exigencias de una sociedad moderna, tecnificada y global: no sólo sigue el "filón" familiar, sino que tiene las miras puestas en la dinámica y en los cambios de la época, logrando así redimensionar la firma de conformidad con el reordenamiento del mundo y de la sociedad. Así, puede decirse de "Colchones Fantasía", que no sólo es extensión de la personalidad de Nelson Zuluaga, sino que en esta empresa se conjuntan el pasado y el futuro, lo premoderno y lo moderno, lo individual con lo familiar y lo social.
Es Nelson un hombre de familia, pues sus acciones y gestiones, en tanto hombre de empresa, están referidas siempre a su "tribu", a las relaciones afectivas con ellos, pero, de otra parte, mira hacia el porvenir y en función de ello dirige la firma: está en permanente contacto con empresas de otros países dedicadas al ramo de 1% fabricación de colchones, atento a los últimos dictados en materia de calidad. (Le ha tocado comprar un colchón producido por firmas de la competencia y confeccionado según las últimas especificaciones de calidad, desbaratarlo para su examen y proceder a replicarlo y a mejorarlo). En 1996, adquirió la Norma de Calidad ICONTEC y luego en 1998, la norma ISO 9002. Actualmente es la única empresa de colchones en el ámbito naciónal que tiene ambas certificaciones; viaja al exterior a congresos y seminarios, se comunica permanentemente con entidades del mundo, realiza franquicias con fabricantes de Estados Unidos.
Con todo y que sus lazos familiares y con la tradición de Marinilla son fuertes, lo cual llevaría a pensar en su particularismo, de lo expresado se deriva también su universalismo, como quiera que ha visto en ello la respuesta a uno de los imperativos de la actual internacionalización de la economía. Es recurrente esta combinación de rasgos en Nelson Zuluaga.
Nelson evoca reiteradamente la relación con su abuelo materno; con frecuencia, conversaban acerca de la empresa "Metrópoli"; éste le comunicaba de sus preocupaciones acerca de la firma y su evolución; Nelson no interfería, pese a identificar los problemas de orden administrativo que acarreaba la gestión de uno de sus tíos, mas por respeto a la familia y por no indisponer, se privaba de inmiscuirse en el asunto. Hoy actúa con idéntica prudencia y cautela en su empresa "Colchones Fantasía" porque teme que ocurra lo mismo que ocurrió con la empresa de sus abuelos.
Los logros de la empresa se pueden justificar, en parte, por la constancia de Nelson Zuluaga, quien ha sido leal a sí mismo, y a la fe con la que realiza sus labores. Es decir, él invirtió en intangibles morales y espirituales con base en la honestidad, que le permitieron acceder a lo trascendental, reflejada en resultados racionales positivos para su empresa.
Nelson se sabe gerenciar a sí mismo y no obra a razón de la presión de la autoridad formal, ni del control, sino al impulso de la libre voluntad y el deseo del "ser yo mismo" coherente con la objetividad de la empresa. Esta cultura organizacional se caracteriza por el manejo del conocimiento y la dirección de los valores, Además, mantiene la disciplina de trabajo, como la más poderosa fuente de realización personal, empresarial, productiva y formativa, que busca el "tener" para el "ser".
Este empresario confiesa que es bastante tímido y que por esto ha dejado de hacer cosas aportantes en su vida, pero a la vez le ha, permitido desarrollar capacidades profundas de reflexión lo que lo hace una persona analítica y prudente que escucha más de lo que habla. Este modo de ser le permite tener una actitud ecuánime frente a diferentes situaciones.
Para Nelson Zuluaga es importante conservar los valores de la casa, que se evidencian en la unión familiar con sus abuelos y sus padres. Es un empresario de mente abierta y dispuesto al cambio, pues su idea con Colchones Fantasía no era seguir la tradición de sus abuelos y su padre, sino añadirle valor agregado, a las actividades que la empresa realiza. Es laborioso y tiene un enfoque sano de la ambición, como él mismo lo dice,: "No es mi idea parquear un Mercedes al frente de la empresa".
Nelson se muestra como una persona fuerte y sin temores^ frente a las inversiones, al destino y a La puesta en práctica de las ideas, pues, .aunque el papá sintió miedo para crear su empresa, él creyó que era posible hacerla realidad
El principal valor que lo caracteriza es la honestidad, expresado por él y confirmado a través de una anécdota de su vida. Pagó una deuda, contraída un año atrás, a un prestamista que ya no esperaba que le pagara. La honestidad no sólo se refleja en cifras, sino en la coherencia de los actos de su vida.
A diferencia de otras, Colchones Fantasía es una empresa en la cual sus valores no son una moda pasajera, si no que están incorporados al modo de ser á la personalidad y, en general; a la vida de Nelson Zuluaga y, a partir dé sus actividades, de su gestión, acaban impregnándose y difundiéndose en la firma que dirige.
Nelly Mejía y Jorge Luis Tamayo
"Los muchachos de las cortinas"
Empresa: Tame Muebles
Ella está terminando su bachillerato; él, en cambio, va por su segundo semestre de estudios superiores en la Universidad de Antioquia. A ella la solicitan para coser unas cortinas en casa de un familiar. Ambos acuden y, después ya de regreso, en el camino acarician la idea de darse a la tarea de; fabricar cortineros en madera.
Al principio las cosas fueron bastante difíciles, pues para llevar la materia prima debían hacerlo utilizando el transporte urbano. !A quien van a dársele las cosas! hasta los mismos pasajeros, les colaboraban, ayudándoles a cargar las varillas por las ventanillas del vehículo. Empezaron yendo de residencia en residencia, observando los ventanales de cada una y, allí donde encontraban que no había cortinas, llamaban y las ofrecían. Para llevarlas e instalarlas en las casas de "los ricos del Poblado", debían hacerlo caminando desde la vía principal de Envigado á Medellín, por las lomas del Poblado, con los zapatos de tacón de doña Nelly colgando al hombro y bajo la canica solar. Las cosas fueron mejorando poco a poco: llegaron a "encortinar" los hoteles más importantes y lujosos de Medellín, al igual que algunas oficinas del edificio Coltejer, sin contar las más lujosas residencias del Poblado.
Fue posteriormente, durante la década de los años noventa, que decidieron dedicarse a la fabricación de muebles y levantaron la empresa que hoy existe en Envigado y cuyo centro de exhibición el visitante puede apreciar cuando ingresa a este Municipio.
Estando aún muy joven, Nelly Tamayo, cuya familia era pobre, pese a tener allegados ricos en el Poblado, debía dedicarse a vender, puerta a puerta, las velitas de dulce y coco que fabricaban en la cocina de su hogar, para así poder ayudar a subvenir las necesidades de su grupo e, incluso, a ajustar la nómina de la empresa de juguetes de su padre. Éste había tenido negocios, pero en ninguno alcanzó el éxito. Bueno sí era para hablar de ellos y de plata con los familiares con quienes celebraba, de cuando en cuando, reuniones para "tomar traguito y jugar juegos de azar". En estas reuniones aprendió ella el principio que ahora maneja y orienta sus actividades y su vida como empresaria: "cuide los miles, que los millones se cuidan solos" De esas reuniones era testigo quien, algunos años después, llegaría a ser propietaria de "TAME MUEBLES". De costura también entendía Jorge Luis, ya que en su temprana infancia presenciaba cómo sti familia se dedicaba a coser las tulas para ROSELLÓN.
La firma TAME MUEBLES fabrica muebles de hogar de la más alta calidad, dignos de exportación; son muebles para "gente de gusto" y de recursos. Cuenta con un taller donde se confeccionan, y en él laboran aproximadamente treinta y cinco operarios. Cuenta, además, con un centro de exhibición en el que se exponen las verdaderas obras de arte en madera. El trato para los empleados es afable, respetuoso y familiar, pese a que doña Nelly es exigente con ellos, porque así lo demanda el tipo de obra que allí se produce. Ese trato recuerda lo que dice Jaime Sicard Ramírez respecto de los "Dones" de las primeras firmas empresariales de Antioquia: ni Don Jorge Luis ni doña Nelly han sido formados como administradores, pero a fe que lo hacen bien, pues han logrado éxito en su gestión como empresarios y en ello, sin duda, han incidido sus formas de ser: racional, reflexivo, calmado y sosegado él; enérgica, dinámica, creativa y visionaria ella; frugales, trabajadores, disciplinados y austeros ambos. Afirman que contaron con los servicios de un administrador profesional, pero que no les satisfizo su desempeño. "En las universidades deberían enseñarles a los estudiantes a hacer". Es precisamente Doña Nelly quien concibe los modelos de mueble que van a producirse: a ella le encanta conversar y visitar amistades, al igual que viajar y observar; si hay algo que no deja sin mirar en los sitios que visita, es el mobiliario. Son –cuenta ella– las experiencias más enriquecedoras, pues luego le permiten idear nuevos estilos.
Se sienten ambos agradecidos con sus trabajadores, pues son ellos quienes les han procurado la vida que hoy viven y cuanto tienen; no dejan a ninguno sin sus muebles cuando ellos deciden casarse. Por eso una forma de mostrar su gratitud con sus empleados, es que en casa de quien haya contraído matrimonio, los muebles son de TAME.
He ahí la sigla de dos apellidos que hoy son uno, Tamayo y Mejía, que fue quizás, junto con un complejo de valores y características, el principal legado de sus padres y de la sociedad. Dos apellidos apenas para hacerlos cuando se los entregaron, pero con unos dispositivos morales para empezar a tejerlos: Honradez, honestidad, espíritu de sacrificio, amor por el trabajo, confianza, fe en el país, disciplina, austeridad, creatividad.
Sin ellos, la ecuación de la vida y de la gestión empresarial quedaría mal balanceada, sobre todo, en épocas de desaliento, de incertidumbre y de crisis.
José Alejandro Bedoya Rueda
"Llevamos harina en las venas..."
Empresa: IBERU
La historia comienza con el padre de José Alejandro. El quería que sus hijos fueran panaderos, puesto que siempre quiso ser panadero. "Mi padre tuvo panadería, y ahí fue donde nos enseñó; pero, "!Qué h... madriadas nos ganábamos, unas pelas!" Y bueno, yo aprendí..." Esto lo comenta este empresario, que a los doce años vino a Medellín a conseguir empleo. Consultó los clasificados, encontró uno para el cual se sentía calificado, el de ayudante de panadería. Temprano, al día siguiente, se dirigió al sitio y allí, bajo la incrédula mirada del propietario, logró moldear "veinticinco pandequesos en un minuto (claro que podía moldear muchos más), sin que se les notara el empate, tal como mi padre me lo había enseñado". Allí permaneció por espacio de un año.
Después se vinculó en un restaurante, La Posada de la Montaña, donde conoció a Luis Alberto Villegas, primer presidente de CONAVI, de quien aprendió el principio, que en lo sucesivo se convertiría en lema de su vida: "Lo nuevo y lo bueno"; fue allí también donde ahorró sus primeros pesos y regresó a su pueblo, reunió a su familia y empezó él mismo a hornear y amasar; así comenzó IBERU, empresa que considera está hecha para la gran ciudad, pero que él, "por amor", estableció allí, en su tierra natal, Ciudad Bolívar.
Se trata de un empresario joven aún, quien pese a las dificultades sociales y políticas de la sociedad bolivarense, pese a que el poder allí estaba monopolizado por algunos "caciques", no se arredró, y siguió adelante. Hoy que ha edificado un nombre en ese medio tan hosco, a propósito, evoca un adagio de factura muy personal, de tantos como suele decir: "quien es capaz de crear no necesita el poder"', esto, agrega, " lo ha llevado a evolucionar".
Refiréndose a la crisis de la economía cafetera que asoló la región y dejó a las gentes del Municipio en dificultades ante el hecho de no haber previsto alternativas de contingencia, acude a otro dicho que designa como la ley de Tarzán: " No soltar un bejuco, hasta no tener el otro agarrado". Al respecto afirma: La economía de este municipio fue mal proyectada, no se diversificó, se pensó sólo en café y resulta que éste tiene un problema: si hay una crisis, no hay de donde pegarse; no pensaron como Tarzán".
La imagen que transmite José Alejandro Bedoya es la de un genuino filósofo, sólo que la suya es una filosofía práctica, con la cual parece ser muy coherente; es la filosofía de un auténtico hombre de empresa antioqueño, que vive y trabaja de conformidad con un conjunto de principios o adagios, algunos de su propia cosecha, en los cuales se hallan inmersos los valores que orientan su acción: "Cuando se cae en ambiciones se pierde la bondad y al perder la bondad se pierden las raíces, se pierde todo; todo es una ambición, nada es un futuro".
José Alejandro Bedoya es un empresario ambicioso, pero con esa ambición de quien aspira a ser más, de quien aspira a proyectarse, la de quien es previsivo y sabe leer contextos sociales y económicos y anticiparse al porvenir. No se explican de otra forma sus apreciaciones frente a lo sucedido en los últimos tiempos con la economía cafetera del suroeste antioqueño; tampoco podría explicarse el hecho de que decida comprar los equipos y maquinarias más modernas porque considera, "cuestan más, pero valen menos", son equipos para toda la vida, fabricados en acero inoxidable, que mantiene con celo extremado. Son principios prácticos que dicen de su carácter racional en los negocios. Pero es también un hombre pasional y afectivo, así lo deja ver por ejemplo cuando expresa, refiriéndose a su empresa y a sus actividades. .."... a mí me gusta lo que hago, y por eso recorro el mundo aprendiendo de esto (la panadería), esto es una pasión, una disciplina, y lo mejor; me gusta la parva, porque yo no sólo sé hacer, también sé comer".
Pero también su racionalidad como empresario, se trasluce en la forma como ha sabido adaptarse a los tiempos, a los ritmos de vida y los rasgos distintivos de las gentes de su región.
En la empresa las labores de operario las desempeñan mujeres, madres la mayoría, quienes tienen por fuera obligaciones con sus hijos y esposos; atendiendo a ello, organiza horarios de tal modo que no tengan que descuidar sus obligaciones domésticas y, a la vez, horarios que no sean fatigantes ni tediosos; como la jornada es de ocho horas, la distribuye en cuatro horas en la mañana y cuatro horas en la tarde. De esta forma, permite cierto descanso, mayor productividad y piensa en las necesidades de los trabajadores. Eso es ser racional: saber disponer los recursos de acuerdo con el medio, buscando, a la vez, alta productividad.
Se trata de un empresario enamorado de su oficio, como quiera que lo lleva en las venas; como quiera que es la herencia que recibió de sus padres,, quienes ejercieron en él una marcada influencia. Su madre –cuenta José Alejandro– es una mujer de carácter: a sus setenta años, no recuerda que haya dejado entrar a nadie, ni a las hijas a la cocina; es de un aseo impecable, obsesiva por la higiene; a nadie visita por no recibir tinto en vajilla donde otros hayan tomado. José Alejandro mantiene su empresa con el mismo celo con que su madre ha mantenido la cocina: allí todo reluce, desde el piso hasta los equipos. Por esa razón, quienes ofician de operarías son mujeres. Son más responsables y cuidadosas, piensa él. Los hombres son dedicados a labores como el transporte o carga de bultos. Alguna inspectora de aseo que lo visitara un día, lo puso luego como ejemplo en una reunión.
^pero si la madre ha dejado en él sus "marcas", el padre sí que lo hizo. La memoria que tiene de su progenitor, de quien siempre hace alusión, es cercana a la sacralización, a la veneración. De él, aprendió el perfeccionismo, la panadería, la disciplina y el sentido de independencia. Cuenta que amaba la panadería, pese a que no sabía hacer panes, pero resalta su oficio como sastre de pantalones. Cada vez que José Alejandro viaja a otros países, con ocasión de asistir a congresos de panificadores, siempre se detiene en los más lujosos almacenes de ropa buscando en ellos pantalones que siquiera se aproximen a los que confeccionaba su padre. Cuenta una anécdota, que algún día un señor de la población le pidió que le confeccionara un pantalón igual al que tenía su padre; cuando fue a medírselo, el parroquiano le reclamó que no era igual al modelo, a lo que respondió él: "Yo hago pantalones, no cuerpos".
Su sentido de independencia es quizás el rasgo que más temprano aparece en su vida. Contaba sólo doce años y, en vista de que su profesor no le permitió terminar el bachillerato en un año cursando un grado por cada dos meses, prefirió dejar sus estudios y llegarse a Medellín a trabajar. También aparece en sus actitudes frente a la madre: no le agrada que le cocine, ni dormir en el hogar de ella; piensa al respecto: "a mino me gusta recibirle comida, me da pena yo saber que mi mamá está en la cocina haciéndome un desayuno", yo soy un tipo independiente desde muy niño, o eso fue lo que me enseñaron; entonces yo no voy a poner a mi mamá a cocinar".
En José Alejandro Bedoya y en su empresa IBERU, se encuentran rasgos que ya se han menciona respecto de otros empresarios: es universalista y al tiempo particularista, con una perspectiva global y a la vez con fuertes raíces en la tradición del antioqueño: Viaja por el mundo asistiendo a eventos relacionados con su oficio, la panificación, extiende su radio de acción a todo el suroeste antioqueño lo mismo que a otros lugares del departamento por donde distribuye sus productos. A las ferias internacionales lleva su "producto estrella", las lenguas. Al mismo tiempo reconoce su arraigado regionalismo
...el paisa es creativo, pero no tanto, yo les daría más crédito a los judíos, y eso que estamos en la tierra del Edén. No sé cómo estamos tan atrás, porque somos el departamento líder, reina de Colombia. A nosotros lo que nos salva, creo yo, es que dentro de toda esta lógica somos los más patriotas, la gente lo llama regionalismo yo lo llamo patriotismo, yo lo llamo conservar la tierra, no dejar invadir la tierra. Nosotros queremos esta tierra y eso nos ayuda un poquitico, nos ayudó a que en la época de los 80 no hubiera desocupados. Esto, porque donde a cualquier tierra le pase lo que le pasó a Antioquia en la época de violencia, a Medellín y al Departamento, lo desocupan.
Este empresario antioqueño tiene en alta consideración valores como la disciplina y el conocimiento. Considera que la constancia en los negocios es clave para su éxito, pero parece estimar mucho más el conocimiento que se tenga acerca de lo que se hace; para él es eso lo que realmente confiere poder y autoridad. "La sabiduría también es un proceso", afirma y refuerza con anécdotas. Cuenta que en cierta ocasión llevó a alguien que le solicitó el favor de ir al médico por un problema de hemorroides; él lo trajo a Medellín a la clínica Medellín y después de esperarlo un buen rato, le preguntó de regreso a Ciudad Bolívar si el médico que lo había atendido era joven o viejo, a lo cual el señor le respondió " tiene que ser viejo don José para saber tanto". Es tal, pues, el valor que le otorga al conocimiento del oficio que agrega uno de sus acostumbrados adagios, recordando antes lo que se afirma de Chopin cuando le preguntaban acerca de la facilidad o dificultad para la música: "Tocar piano es muy fácil, sólo es preciso colocar el dedo indicado en la tecla indicada y en él momento indicado". Y el de su propio cuño:
"Cantar es muy facil pero sólo cruza el río, quien sepa nadaren él".
Luis Mariano Ríos
"El marinero metido a empresario"
Empresa: Helados Manantial
Después de fracasar en un negocio que hizo de compraventa de unos carros en Medellín y Palmira, se le ocurrió hacer helados con unos congeladores en Ciudad Bolívar; de allí salió para Quibdó y no tuvo éxito; regresó a Palmira y tampoco le sonrió la suerte; luego un señor le ayudó y se fue para El Bagre y allí, en cambio, empezaron a mejorar las cosas, pero malgastó la plata; tiempo después, llegó a Apartado, donde inició una empresa de helados y ha ido abriendo mercado en toda la zona de Urabá. Si se quiere, en este aspecto, es un nuevo colonizador o un legatario de la ya inveterada tradición de los antioqueños: llegarse a hacer fortuna, a "probar suerte" a una región aún inhóspita, la cual se ha distinguido en las últimas décadas por situaciones recurrentes de violencia y conflicto, sólo que bajo nuevas modalidades.
Ha atravesado momentos difíciles; incluso actualmente, está pasando por uno de ellos debido a los constantes apagones, ocasionados por las voladuras de las torres de energía; por ello ha estado a punto de cerrar y declararse nuevamente en quiebra. A pesar de tantas dificultades, Luis Mariano se levanta todos los días con el propósito de continuar luchando, y cuando se le pregunta hasta dónde quiere llegar, responde: "A lo máximo, como dice Pedro, el escamoso".
En la familia son diez hermanos; el papá era obrero; de ellos, de sus padres, heredó una sólida formación moral. Vive con su esposa y un hijo, y además dentro de la empresa trabaja una hermana. De los hermanos, sólo a él le dio por crear empresa, los otros son marineros. Luis Mariano también lo fue, trabajó en la Flota Mercante durante años, recorrió muchos puertos del mundo, hasta que decidió quedarse en tierra firme.
Don Luis es muy ambicioso con su empresa y espera verla crecer, puesto que cuando comenzó sólo poseía un congelador y se ha ido ampliando. Inició actividades en Apartado en 1993. Los mayores logros de su empresa son la consecución de un carro repartidor de la mercancía; hoy tiene en su haber, dos vehículos y las máquinas para hacer helados. Sin embargo, quiere ampliarse porque la demanda ha crecido.
"No me arrepiento de nada de lo que he vivido, volvería a vivir las mismas experiencias", afirma con aquella testarudez propia de aquel a quien le ha tocado hacerle frente a más de una "tempestad". Se siente orgulloso de su empresa, ya que, a pesar de como él mismo lo reconoce, "no dedicarle todo el tiempo que quisiera", ha logrado posicionar una marca en un mercado muy competido.
Aconseja a los estudiantes crear empresa y aprovechar los conocimientos administrativos. Dice: "yo la llevo a los trancazos" pero bien; se necesitan ambas, práctica y teoría, aunque es más importante la práctica. Se esmera él mismo por hacer la fórmula de los helados e innovar en cuanto a presentaciones y sabores, según los gustos del consumidor. Conoce las necesidades de sus empleados y se preocupa de que Helados Manantial les ayude para solucionar sus problemas, como sucede con la adecuación de los turnos de trabajó a las mujeres cabeza de familia, las cuales representan la mayoría del personal. "Cuando hay apagones, todo el mundo para afuera; qué voy a hacer yo sin luz y sin mercancía y durante ese tiempo salen a vacaciones. Se les da una licencia por fuerza mayor, y ese tiempo se les paga, pero no se echa de la empresa a nadie, porque son gente muy necesitada".
Se define como una persona responsable, fiel y honrada. "Si yo pudiera dedicarle más tiempo a la empresa, me superaría más, pero lo que pasa es que, a veces, soy muy conforme, he salido adelante, en el amor y en la empresa, pero no me le he dedicado lo suficiente a hacerla crecer".
"La Virgen del Carmen es la madre de todos nosotros y primero que todo Dios", y agrega: Ayúdate que yo te ayudaré dice Dios, yo voy a Misa cada ocho días y comulgo". Con estas expresiones, Luis Mariano manifiesta su religiosidad, la cual no sólo se limita al aspecto ritual, sino también a una fe vivida en las actividades de su empresa y en la relación con su familia y con sus amigos.
Como la mayoría de los habitantes de Urabá, que son oriundos de otras regiones del país, Luis Mariano se trasladó desde Ciudad Bolívar, eh el suroeste de Antioquia para buscar nuevos horizontes y labrarse un futuro. En ese sentido también es una persona visionaria que conoce del ramo de los helados y desempeña con responsabilidad las tareas cotidianas.
Hay en Luis Mariano ese espíritu aventurero que ha distinguido también a los paisas: de ello habla su antiguo oficio de marinero, pero también todos aquellos proyectos de montar empresa aquí y allá, en Florencia, Mocoa, Apartado. Se distingue también por su tozudez, ya que, pese a los fracasos, no se ha dado por vencido. A dichos rasgos, que para efectos de generar empresa se constituyen en auténticos valores, se agregan otros como su independencia, su creatividad, manifiesta esta última en su capacidad para concebir nuevos sabores, hallando él mismo las fórmulas, en la creación de nuevas presentaciones y en la adecuación de los procesos, al igual que en la organización de horarios que hagan posible sortear las dificultades asociadas con los problemas de las torres de energía. Pero, se distingue por, sobre todo, en su espíritu de servicio y su generosidad.
NOTAS:
* Se trata de una adaptación sintética del trabajo de investigación "VALORES DE LAS EMPRESAS Y EMPRESARIOSEN ANTIOQUIA", presentado recientemente a la Dirección de Investigaciones de la Universidad de Medellín a nombre de la Facultad de Ciencias Administrativas. Entre los propósitos exógenos, y no explicitados del trabajo, está el de influir en la comunidad académica, particularmente entre los estudiantes de la Facultad, buscando motivarlos en el sentido de la gestión de empresas. Allí se les muestra cómo pervive un o carácter distintivo del antioqueño formado en el trasegar histórico de este pueblo y que resurge cada vez que se presentan situaciones de crisis.
1 SAMPER, José María citado por Luis H. FAJARDO en ¿La moralidad protestante de los antioqueños? p. 30.
2 WRIGHT MILLS, Ch. La imaginación Sociológica. p. 23.
3 "Poner destino" significaba entre los abuelos y entre quienes detentaban la autoridad en la formación antioqueña, ocupar en una actividad o tarea para no permitir la ociosidad. Solían apoyarlo con máximas o adagios populares de fuerte contenido ético-religioso como aquel de "la ociosidad es la madre de todos los vicios" o bien aquel otro de "la ociosidad es el taller del diablo". Equivalía a aquel otro de "Llegar a tener oficio" ("Ud. no va atener oficio" se le decía a quien dilapidaba el tiempo haciendo nada). Obsérvese cómo se formaba incluso moralmente en el trabajo fundado sobre principios morales y religiosos, y cómo se creía que en el estar ocupado en una actividad se estaba trazando una orientación, un norte.
4 FAJARDO, Luis. La moralidad Protestante de los Antioqueños. Cali, Departamento de Sociología, Universidad del Valle. p. 57.
5 Puede verse al respecto el ya clásico trabajo de James Parsons acerca de la Colonización antioqueña.
6 TIRADO MEJÍA, Alvaro. Introducción a la Historia económica de Colombia. U.N. 1971.
7 FAJARDO, Luis H. Op. Cit. p. 27.
8 SOMBART, Werner. El burgués. 2 edición. Madrid (Esp.), Alianza Editorial, 1977. p. 243.
9 WEBER, Max. La ética protestante y el espíritu del Capitalismo. 1994.
10 Ya se ha mencionado a G. Bataille, quien en su obra "La parte Maldita", se refiere a la lógica o racionalidad del ahorro, más afín al Protestantismo Calvinista y también más propicia para los fines acumulativos del capitalismo; al contrario de la lógica del derroche, más cercana a la fe Católica, la cual, supuestamente, en lugar de favorecer dichos propósitos, vendría a perjudicarlos. Pensamos que una mirada parcializada o sesgada llevaría a creer en la prosperidad, dinámica y progreso de las gentes de Antioquia como una función de la proximidad con la ética protestante y así parece sugerirlo el título de la obra de Luis H. Fajardo ¿La moralidad protestante de los antioqueños? Sospecha definitivamente infundada ya que no puede definirse El por cuanto existe de común y general en los credos sino por las diferencias entre ellos. Esto también entraría en contraria de las pretensiones ya mencionadas de Don Tulio Ospina de impulsar el progreso con basé en una moral laica, y de Alejandro López de hacerlo con arreglo a una moral sin religión y a una conciencia sin fe. Más bien, lo que se observa es una fe de carácter católico, sólo qué pragmatizada, endogenizada de conformidad con las características de la región y sus gentes. 31 Palabras de José Alejandro Bedoya, propietario de IBERU.
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