ARTÍCULOS
Pedagogía de la lectura
Rafael Álvarez Jiménez*
*Licenciado en Matemáticas, Universidad de Medellín. Ingeniero Electricista, Universidad de Antioquia. Magíster en Educación, Universidad Javeriana-Universidad de Medellín. Profesor de tiempo completo de la Facultad de Economía Industrial, Universidad de Medellín. Correo electrónico: ralvarez@guayacan.udem.edu
Y, sin embargo, es el lector, en cada caso, quien interpreta el significado; es el lector quien atribuye a un objeto, lugar o acontecimiento (o reconoce en ellos) cierta posible legibilidad; es el lector quien ha de atribuir sentido a un sistema de signos para luego descifrarlo. Todos nos leemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea para poder vislumbrar qué somos y dónde estamos. Leemos para entender, o para empezar a entender. No tenemos otro remedio que leer. Leer, casi tanto como respirar, es nuestra función esencial".1
Alberto Manguel
RESUMEN
Las funciones lectoras son fundamentales para abordar todas las áreas del conocimiento, máxime si la lectura de un texto, cualquiera sea su modalidad, no puede quedarse sólo en buscar sentidos sino también en aportarlos; por eso desde esta mirada, es tarea primordial de la escuela proponer una pedagogía adecuada para desarrollar esta habilidad.
PALABRAS CLAVE
funciones lectoras, pedagogía, campos semióticos, abducción.
ABSTRACT
On teaching reading abilities
Reading habits are fundamental to approach all knowledge areas. The reading of any textbook in any field should not be limited to making sense of sentences, but should also give a sense to the sentence. From, this point of view, one of main tasks in school is to propose a way to teach this reading discipline or habit.
Introducción
El desarrollo de la tecnología, y especialmente de las comunicaciones, hace de los actos de leer y escribir, actividades esenciales de la vida cotidiana. Estas dos acciones asociadas a la naturaleza del hombre lo atraviesan en todas sus formas porque a diferencia de otros animales el hombre, poseedor de un lenguaje muy particular, establece una comunicación con sus congéneres que le permite construir mundos inmersos en contextos simbólicos llenos de contenido y sentido, generadores de cultura que justifican su acción como ser social y, sobre todo, como individuo opcionado para desear, sentir y tener un sentido de ubicuidad temporal.
El hombre, para poder establecer un apropiado proceso de comunicación en su vida diaria, debe poseer unas competencias mínimas en lecto-escritura que le posibiliten la conexión y comunión con el mundo, que le ayuden a desarrollar capacidad de adaptación a él, en un espacio de cambios rápidos donde hay cada vez más textos para leer. Así entonces, los eventos producidos dentro de las culturas, el desarrollo tecnológico actual y la rapidez de cambio a la que se hace alusión, lejos de debilitar la importancia de la lectura la han fortalecido modificando, de paso, sus funciones.
Aunque mucho se ha escrito sobre la lectura, las siguientes reflexiones y consideraciones sintetizan, en gran medida las apreciaciones sobre ella, como pilar básico en la formación de los individuos cuando abordan cualquier campo del conocimiento. En última instancia, podrían tomarse de alguna forma, como derechos de los lectores en cuanto al proceso de lectura se refiere.
• Una de las acciones pedagógicas fundamentales e inaplazables que debe emprender la escuela es la enseñanza de la lectura de una forma apropiada. Ella debe ser formadora de lectores; por ello es su obligación enseñar y motivar el aprendizaje de este maravilloso arte.
• Se prohibe la enseñanza de la lectura como si estuviera vacía de contenido, considerándola un acto mecánico y reflejo, donde no hay que buscar ningún tipo de sentido. Hacerlo de esta manera es atentar contra los procesos que tienen que ver con la función lectora.
• La lectura no debe parecer una imposición a los programas que desarrolla la escuela, como ocurre la mayoría de las veces; en este sentido ésta, a través de sus maestros, debe ayudar al estudiante a construir las herramientas de sus placeres y no forzarlo a que sienta el proceso como algo obligatorio.
• Solamente se tiene derecho a emitir algún juicio sobre un autor después de haber leído, si no todas sus obras, al menos un número apreciable de ellas.
• Es un desafuero pedagógico, con relación a la enseñanza de la lectura, el fiarse de manuales que pregonan la enseñanza de la lectura de una forma fácil, que enseñan a leer en "dos días". Leer es una actividad tan compleja, que difícilmente su aprendizaje puede lograrse rápidamente. Al contrario, debe abogarse por un aprendizaje lento, inacabado, rico en posibilidades que permitan al lector la opción de volar acompañado por los textos que vehiculan una riqueza inmensa de campos semióticos llevándolo a la recreación de la imaginación.
• Debe aclararse que el proceso de lectura no se ejerce sobre mensajes escritos o verbales; también se leen imágenes, vídeos, televisión, cine, mapas, pinturas, gestos, en general, la vida misma; todas estas opciones se sitúan como portadoras de textos, donde hay que desplegar un gran trabajo sobre funciones simbólicas. Por esto el desarrollo de toda suerte de comunicaciones, incluida la cultura del simulacro, hacen del acto de leer una de las actividades más importantes de la vida cotidiana.
• Se exigen maestros con formación en la práctica y enseñanza de la lectura y, por ende, de la escritura y la ortografía; que no hagan nada por impedir que estos procesos se desarrollen de la forma requerida. Por eso aquí los objetivos no pueden enfocarse al simple hecho de leer per se, sino en el de saber leer, es decir, ser capaz de leerlo todo, incluido el mundo mismo.
• Se recuerda que cualquier texto presenta una variedad múltiple de lecturas posibles. El sentido de la lectura no se encuentra en el texto, sino en la cabeza de cada lector; por eso cada lectura es un sentido.
• Debe tenerse presente que el desarrollo tecnológico, tal y como se mira hoy, lejos de restarle importancia a la lectura, la ha fortalecido. Para efectos pedagógicos es bueno recordar que existen otros textos, como los mencionados anteriormente, que también se pueden leer apoyados en la tecnología digital.
• El aprendizaje de la lectura y el acto mismo de leer, al igual que otros, exigen la apropiación de cierto tipo de escenarios para lograr su puesta en práctica; por eso se requiere acondicionar lugares y objetos específicos para tal efecto.
• En lo personal, la escogencia del lugar para sentirse cómodo y disfrutar el goce de leer es muy importante: esto es lo que permite salirse del texto para poder viajar. "Mis mejores lecturas las he hecho en el baño. Hay pasajes del Ulises que sólo se pueden leer en el retrete, si se le quiere extraer sabor al contenido", proclamaba, en su época, Henry Miller.2
• Las estrategias pedagógicas en el proceso de lectura, deben tener como punto de partida el siguiente hecho: aprender a leer es construir sentido a partir de un texto, es decir, aportar un sentido a algo, que es muy diferente de encontrarle el sentido a ese algo.
• Lo antes enunciado sólo es viable si se tiene la posibilidad de desarrollar una buena imaginación, como un gran componente para hacer una abducción apropiada; se requiere, además, comprender e identificar lo leído, transformarlo en imágenes mentales, todo ello apoyado en la organización y contextura gramatical del texto.
• Debe quedar claro que las acciones pedagógicas deben ir encaminadas a desarrollar y propiciar el gusto por la lectura; hacer de ella fuente de placer y gozo. Es por esto que, desde la escuela, al joven estudiante debe enseñársele a construir por él mismo, sus propios medios de apoyo.
• Para leer, primero hay que oralizar para luego comprender. Sin embargo, no debe confundirse oralizar con leer a viva voz; esta última significa aprender a utilizar las lecturas como portadoras de contenidos que posibiliten la comunicación oral.
• Es de particular importancia el contexto en que el lector aborda su proceso de lectura. Ello, además de facilitar la comprensión del texto como práctica social, le entrega la posibilidad de ampliar cada vez más su horizonte, su competencia lectora, su enciclopedia y bagaje de vida y, lo más importante, estará preparado para encarar lecturas intertextuales que logren mejorar su ritmo vital y la adaptación al medio donde le ha tocado vivir.
• La lectura de textos debe formar en el lector la posibilidad de construir por deducción o inducción todo lo que no se dice, lo que no se ve o lo que no se escucha.
• Como la escuela es la que debe jalonar desde temprana edad la enseñanza y el gusto por la lectura debe propiciar en los niños un buen acercamiento hacia los textos y, sobre todo, a los escritos; ello conducirá, es apenas lógico, a la adquisición de su seguridad lectora y lingüística.
• Es perfectamente posible y saludable la lectura de textos antiguos (clásicos), porque ellos aportan una herencia cultural que mejora y posibilita la percepción de los textos leídos en el presente. "La lectura de todos los buenos libros es como una conversación con los hombres más ilustres de otros siglos que fueron sus autores", (Palabras de Renato Descartes)3.
• Como todos los seres humanos son capaces de comprender, entonces, están en la opción de leer muy bien y, cada uno a su manera; para ello sin embargo, se requiere tener mucha disciplina, paciencia, deseos e imaginación.
• Para finalizar, Marcel Proust, sentencia: "La lectura se encuentra en el umbral de la vida espiritual; puede introducirnos en ella; pero no la constituye".4
NOTAS:
1 Manguel, Alberto. Una Historia de la Lectura. Santa Fe de Bogotá. Editorial Norma S, A. 1999. p. 20
2 Ibíd, p. 204.
3 Proust, Marcel. Sobre la lectura. Valencia: Editorial Pre - textos, 1996. p. 30
4 Ibid., p. 39.
Bibliografía
Charmeux, Eveline. Cómo fomentar los hábitos de lectura. Barcelona: Ediciones CEAC, 1992.156 p.
Proust, Marcel. Sobre la lectura. Valencia: Editorial Pre-textos, 1996. 68 p.
Salinas, Pedro. "Defensa de la lectura", en El Defensor. Madrid: Alianza editorial, 1993. 200 P.
Calvino, ítalo. Por qué leer los clásicos. Barcelona: Tusquets Editores, 1993. 20 P.
Manguel, Alberto. Una Historia de la Lectura. Santa Fe de Bogotá: Editorial Norma S, A. 1999. 477 P.
Rosales C, Horacio. Semiótica y la Pedagogía de la Lectura. En: Revista UIS-Humanidades. Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga, Colombia. 1999. P 85-90.