ARTÍCULOS

 

La minería antioqueña y su importancia en la acumulación primaria de capital

 

The Antioqueña Minery and its Influencein the Primary Acumulation of Capital

 

 

Alejandro Arbelaez Arango*

 

* Economista Universidad de Medellín. Especialista en Economía y Negocios Internacionales, Universidad de Medellín. Especialista en Gobierno Público, Universidad de Medellín. Estudiante Maestría en Gestión de Empresas, Universidad Politécnica de Valencia, España. Estudiante Maestría en Dirección y Gerencia Pública, Universidad Politécnica de Valencia, España. Dirección electrónica: alejoarbelaez@hotmail.com

 

"En un país rico en minas y en productos agrícolas, que pueden alimentar un comercio de exportación considerable y provechoso, no deben las leyes propender a fomentar industrias que distraigan a los habitantes de las ocupaciones de la agricultura y minería, de que pueden sacar más ventaja".
1847

 

 


RESUMEN

El presente artículo pretende mostrar cómo la actividad de la minería de oro llevada a cabo en el departamento de Antioquia (Colombia) durante los siglos XVIII y XIX en sus modalidades de veta y aluvión, permitió formar el recurso humano requerido y generar la acumulación de capital necesaria para que, conjugados los factores técnicos y económicos, se presentara en la Región un proceso sostenido de industrialización durante los años finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.

PALABRAS CLAVE

Colombia, Antioquia, oro, minería, acumulación de capital


ABSTRACT

The present article pretend to exhibit how the activity of the minery of gold in the Antioquia Department (Colombia) in the centuries XVIII and XIX in its modes of beta and alluvion, permit to form the human resource needed and to generate the acumulation of capital and technic and economic factors. This situation influenced in the region for the industrial process sustained in the ends of the century XIX and the first half of the century XX.

KEY WORDS

Colombia, Antioquia, gold, minery, acumulation of capital


 

 

Cuando se habla de la minería en el territorio antioqueño, se está haciendo referencia básicamente a la extracción de oro, el cual se encontraba y se encuentra hoy en día en el Departamento bajo las modalidades de mina de veta y mina de aluvión. Con respecto a la primera, su explotación requiere de grandes capitales, mano de obra e ingeniería ya que se hace mediante túneles o galerías tanto verticales como horizontales al interior de la montaña que pueden alcanzar 20 y más metros y, en muchos casos, perforando rocas que posteriormente son trituradas y de allí, una vez estén en polvo, se extrae el oro; con respecto a la segunda, su explotación se hace a la vera de los ríos, quebradas o en terrenos al aire libre lo que disminuye considerablemente los costos y permite que su explotación sea supremamente sencilla y pueda hacerse, incluso, por una sola persona con rudimentarias herramientas.

Fueron ambos modelos de explotación bastante empleados en Antioquia desde el siglo XVI por las características que tenía el oro en la época como medio de cambio y depósito de valor bajo la doctrina mercantilista, la cual pregonaba que la nación económicamente más fuerte era aquella que más metal tuviera acumulado; así se explica por qué este metal era altamente codiciado por los saqueadores españoles durante la Conquista y la Colonia con el fin de valerse de él para establecer relaciones comerciales en el incipiente mundo capitalista que se estaba forjando en las principales metrópolis europeas como Lisboa, Madrid, Londres, Roma y Florencia entre otras y que giraban en torno al mineral.

La búsqueda incansable del oro fue el estímulo primordial de España en el nuevo mundo y bajo éste giró en gran medida la estructura política, militar, social, fiscal y económica de los invasores extranjeros mientras estuvieron en América; por tanto, se puede afirmar que fue el oro el motor básico y principal renglón de exportaciones de la economía americana, neogranadina y antioqueña durante la Conquista, la Colonia y la Independencia.

Esta búsqueda incansable de oro por parte de España en lo que a la Nueva Granada y muy particularmente a Antioquia se refiere, estuvo sustentada en el afán de obtener la mayor cantidad de metal posible, no para emplearlo como medio de cambio y desarrollar el comercio en América o hacer inversiones en el nuevo continente, sino para robarlo y llevarlo inmediatamente a Europa.

Este afán de atesoramiento pronto invadió, no sólo a los europeos sino también a los propios habitantes de Antioquia, quienes veían en el metal un medio de subsistencia. Al respecto, el Gobernador de la provincia de Antioquia durante los años 1785 a 1788 oidor Juan Antonio Mon y Velarde relata:

"Es tal la codicia que inspira el oro a los que lo poseen, que absolutamente los domina y quita toda libertad de usarlo en sus más preciosas urgencias. Sufren mil necesidades, primero que deshacerse de ese maldito ídolo, a quien tienen apegado el corazón, y cada paso se ve cumplida la fábula de Midas que lleno de oro se moría de hambre; es ciertísimo que siendo más subidos los precios al fiado, que los de contado, quieren más comprar caro, con esta calidad, que barato, aún cuando tienen el oro".1

Bajo este panorama se encuentra a la provincia de Antioquia como el primer productor de oro de la Nueva Granada durante el siglo XVI, con un 40% del total, producción que se hacía indistintamente en explotaciones de tipo esclavista o bajo la modalidad de salario y donde convivían indiscriminadamente blancos, negros esclavos, negros libres y una pequeña porción de la, ya muy mermada, población indígena.

En un comienzo, los españoles buscaron establecer cuadrillas de trabajo con los indios de la Región para la explotación de minas de veta, pero por lo frágil de la raza se hizo necesario traer esclavos de Cartagena lo que, por lo adverso del clima y lo difícil del viaje, hacía que éstos fueran sumamente escasos y se tuvieran que tratar con sumo cuidado. Normalmente estas cuadrillas pertenecían a los españoles quienes explotaban las minas por medio de un permiso real, ya que éstas eran propiedad de la Corona y quien las usufructuara tenía que entregar un 20% de lo extraído a los monarcas (el Quinto Real) a manera de impuesto.

Durante esta época se comienzan a destacar las poblaciones de Cáceres, Zaragoza, Remedios y en general toda la cuenca de los ríos Nechí y Cauca como grandes productoras de oro, zonas desde donde se estima, según cálculos muy preliminares, se produjo poco más del 7% de la producción mundial de oro durante el siglo XVI.

Sin embargo, por el alto valor de la mano de obra esclava, la desolación y lejanía de los campamentos y las dificultades para obtener alimentos en regiones tan aisladas, hacían del sostenimiento de las cuadrillas un ejercicio bastante costoso, que llevó a que paralelamente a estas empresas relativamente organizadas, surgieran numerosas explotaciones de aluvión trabajadas por mineros independientes tanto blancos como negros libertos, e incluso, algunos indios, quienes sin riqueza material sino simplemente con rudimentarios elementos y una grande esperanza, se establecían en las riveras de algún río. Este tipo de mineros se denominó "mazamorreros" y fueron quienes, en última instancia, le dieron a la minería antioqueña un carácter particular en la medida que había miles de explotadores independientes, con lo cual se garantizaba la democratización de la propiedad, el respeto a la libre iniciativa y, por encima de ello, el que hubiera una clase social independiente que pensara en función de empresa y progreso y no como simples esclavos o personas sometidas bajo un incipiente régimen salarial.

Estas características llevaron a que en Antioquia, a diferencia del resto del país, no se diera la agricultura como medio de generación de riqueza sino como una actividad meramente de supervivencia mientras se buscaba oro, ya que para una persona que tenía la posibilidad de aventurarse de manera independiente en la explotación aurífera, era poco atractivo trabajar como asalariado o aparcero en un latifundio perteneciente a un terrateniente, puesto que la proporción de remuneraciones podía ser de cuatro a uno en favor de la minería. Es por ello que la Antioquia de la Colonia e incluso de la Independencia, no fue una región agrícola sino eminentemente minera y sobre todo, de hombres emprendedores y libres.

La modalidad de empresa organizada para la explotación minera se fue extinguiendo poco a poco durante las décadas finales del siglo XVI y las primeras del siglo XVII por las circunstancias anteriormente explicadas con lo que paralelamente fue creciendo la explotación a cargo de hombres libres y aventureros, con lo cual se estima que, hacia la mitad del siglo XVII apenas una tercera parte de la minería se hacía bajo la modalidad de empresa organizada y para comienzos del siglo XVIII se estima en un 85% la minería independiente.

Bajo estas circunstancias, la minería realizada bajo cuadrillas se fue haciendo insostenible ya que la consecución y manutención de los esclavos era poco menos que imposible por los altos precios que estos alcanzaban debido a su escasez y a lo costoso que era alimentarlos en regiones apartadas; al respecto, Pedro Fermín de Vargas escribía en el año de 1789:
"... Empécemos por las minas de oro, que son las más comunes y las únicas que se laborean en el Reino por cuenta de particulares.
El modo con que se cultivan en el día es por medio de negros esclavos, cada uno de los cuales vale en el Chocó, Barbacoas y Antioquia muy cerca de 500 pesos. Pocos mineros se hallan en estado de comprar 50 o 100 negros, por cuya razón se ven poquísimos en unos territorios tan extendidos. Por cálculos bien aproximados se ha computado que entre minas ricas, medianas y pobres, unas con otras sacará el negro más diestro la sexta parte de una onza de oro, o dos pesos cinco reales, excepto del real al día. En el año dividen los trabajos por mitad, empleando la una en extracción y caza de las arenas auríferas y la otra en su lavada. Quitando 90 de los 365 días del año, por razón de las fiestas, quedan útiles 285, de los cuales se emplea la mitad en lavar las arenas menudísimas, que producen por cada negro 374 pesos xh real.
Como los víveres son extremadamente caros en las tierras de minas, supondremos que por razón de ellos, vestuario y enfermedades, gaste diariamente un negro 4 reales, quedando a favor de su amo 191 pesos 4 y lA reales, anualmente. Quitemos por razón de herramienta, gastos de bateas y otras menudencias de poca consideración, 8 pesos todos los años al respecto de cada negro, y quedan 183 pesos 4 y Vi reales, o poco más de 90 pesos oro. Rebajados de este producto los derechos de quinto, fundición, amonestación, etc. , apenas quedan a favor del minero 80 pesos oro, o 160 de plata.
De manera que suponiendo que un minero mantenga su mina corriente con 50 negros, gana todos los años 8. 000 pesos, pero son muy pocas las minas de estas conveniencias. Lo contrario sucede casi en todas ellas, y así vemos diariamente mineros arruinados e insolventes, que no tienen otra cosa que el deseo de volver a las minas, pues el que una vez tomó semejante profesión, contrae una especie de manía que sólo se le borra con la muerte".2

Todas estas características dieron pie desde el punto de vista económico, antes que altruista y humanitario, para que comenzara en Antioquia, primero que en cualquier otra región de la Nueva Granada e incluso de América, a darse la libertad a los esclavos, siendo por ejemplo doña Javiera Londoño en la población de El Retiro, quien primero diera libertad a 127 esclavos mineros de su propiedad en el año de 1756.

Fue inicialmente a las orillas de los ríos Cauca y Nechí y posteriormente en muchas otras regiones del Departamento, donde a medida que se iban explotando las diferentes minas ya fueran de veta o aluvión a cargo de cuadrillas de esclavos o de hombres libres, se iba formando un estrecho vínculo entre la agricultura y la minería, la primera sometida a la segunda en la medida que el cultivo de la tierra estaba supeditado a lo frágil y transitoria que era la búsqueda de oro ya que, con la misma facilidad que los mineros probaban suerte en una zona, la abandonaban buscando mejores lugares; con ello, la actividad agrícola era igualmente una actividad de autoconsumo y minifundista, más que de grandes plantaciones destinadas a la comercialización, así, si bien los mineros tenían los alimentos indispensables, carecían de todas las comodidades y los mínimos elementos que el comercio con el viejo mundo ofrecía en las ya organizadas poblaciones y ciudades americanas.

En este aspecto, de cómo la agricultura era sometida por la minería, el historiador Alvaro Tirado Mejía en su obra "Introducción a la Historia Económica de Colombia" hace las siguientes apreciaciones:

"En Antioquia la agricultura durante la colonia era un sector que seguía los pasos de la minería. Dondequiera se encontraba oro en cantidad se iniciaban los plantíos para la sustentación de la población minera y cuando el oro se acababa se terminaba también el cultivo, puesto que el mercado de bienes agrícolas lo constituía la población minera transhumante"3.

Fue así como ante las limitaciones de comunicación, vías y las grandes distancias que separaban a las minas de los centros urbanos, nació al lado de la minería una hábil clase de comerciantes conocidos como los "rescatadores" o "rescatantes", que eran quienes llevaban algunos alimentos y manufacturas principalmente a las lejanas y aisladas explotaciones auríferas y, a cambio, regresaban con el oro extraído. Serían estos rescatadores o rescatantes quienes bajo la modalidad de la arriería y el comercio, y a la par con los grandes mineros, acumularían grandes fortunas que serían definitivas para las posteriores inversiones en actividades industriales. "El comercio fue el medio usual de movilidad social ascendente porque ninguna otra actividad ofrecía oportunidades tan estables. Muy pocos de los mineros pobres e independientes que trabajaban con instrumentos primitivos se enriquecieron sin haber sido también comerciantes. "4

Bajo este esquema de comercio se dio el proceso inicial de desarrollo en Antioquia, ya que al ser ésta una región eminentemente minera, no producía bienes en una cuantía importante ya fueran agrícolas o mucho menos manufactureros, por lo que estos rescatantes fueron quienes entablaron relaciones de intercambio entre las diversas y aisladas regiones comerciando allí telas, harina, tabaco, herramientas, caballos, mulas, sal, pescado, cacao, azúcar, armas y muchos otros elementos para un público cautivo que les garantizaba un pago seguro e inmediato en oro.

Esta relación de intercambio llevó a que como lo afirma Gabriel Poveda Ramos en su libro "Historia Económica de Antioquia", fuera la naciente clase comerciante la que captara el excedente económico de la minería ya que como intermediarios cumplían las funciones de prestamista al minero (con un interés del 4% mensual), le suministraban alimentos y equipos, le daban crédito para estos suministros (al mismo 4% mensual) y le recibían el oro para ir a entregarlo a las cajas reales o destinarlo al mercado de exportación.

Igualmente, el doctor Poveda Ramos muestra cómo el comercio en la región de Antioquia revestía unas características específicas:

"a) El tráfico dentro de la provincia, llevando víveres desde los pueblos hacia las minas, y trayendo oro de regreso, ejercido por rescatantes.
b) La introducción de textiles, herramientas y otras pocas manufacturas desde otras provincias del virreinato como San Gil y Socorro (de donde venían telas), Popayán (de donde venía cacao y mulas) y Cartagena (de donde se traía ganado a pie).
c) Una exigua corriente de importaciones de ultramar , desde España, de artículos manufacturados para un pequeño mercado, cuyos compradores pudientes eran muy pocos y sólo estaban en Santa Fé de Antioquia, Medellín y Rionegro. "5

Otra característica fundamental que se deriva de la forma de tenencia de la tierra y las relaciones comerciales que se dieron en Antioquia, es cómo los mineros independientes a medida que iban "probando" suerte en diferentes zonas, adquirían la condición de trashumantes, con lo que se iban desplazando de región en región y con ellos los comerciantes. "Desde la segunda mitad del siglo XVII comienza a presentarse en Antioquia el fenómeno del pequeño minero, del barequero, del mazamorrero, del zambullidor, del guaquero. Van formándose poco a poco núcleos de gente nómada, buscadores de oro autónomos y aventureros".6 De esta manera, paulatinamente bajo la figura de la minería se fue poblando toda Antioquia, parte del Cauca, la zona norte del Valle, el Chocó y lo que hoy se conoce como el Viejo Caldas, y con ello se establecieron relaciones comerciales gracias a la minería entre todas estas regiones.

Particularmente Antioquia se pobló con la búsqueda del oro en regiones tales como: Nechí, Segovia, Anorí, Remedios, Zaragoza, Titiribí, Amaga, Santa Rosa, Buriticá, Concepción, Santo Domingo, San Pedro, Abejorral, Sonsón, Frontino, Yarumal, Donmatías, Carolina, San Carlos, Cáceres, Amalfi, Granada, Guarne, Aguadas, Heliconia, Guatapé, entre muchas otras.

Durante el siglo XIX, Antioquia ya se encontraba ampliamente poblada, con alguna infraestructura a nivel de caminos, con toda una red de comerciantes (los rescatadores) y liberada del yugo español gracias al genio de Bolívar. Estas circunstancias permitieron darle un mayor dinamismo a la minería e incorporar el capital extranjero, principalmente inglés, a la explotación del metal y con ello la introducción de nuevas tecnologías que permitían aumentar la productividad y volver nuevamente a la explotación de la otrora costosa minería de veta.

En los comienzos del siglo XIX se explotaban en Antioquia grandes minas como la de "El Zancudo" en Titiribí con más de 1. 350 trabajadores, "La Constancia" en Anorí con más de 250 y otras, que con la incorporación de molinos trituradores habían aumentado considerablemente la producción y habían convertido las minas en auténticas empresas capitalistas con la consecuente acumulación de capital, capital que ya no se exportaba a España sino que en gran medida se quedaba circulando en territorio antioqueño y colombiano con todas las ventajas que ello produce; se puede decir entonces, que la minería antioqueña de la segunda mitad del siglo XIX sería el comienzo de un verdadero sistema capitalista en el país.

Bajo estas condiciones, fueron los antioqueños quienes controlaron casi en su totalidad el comercio en el País, ya que eran los únicos (incluso por encima del naciente Gobierno) que poseían oro para hacer pagos de contado y ofrecer crédito.

Como contraprestación a los empréstitos ingleses obtenidos por los revolucionarios granadinos durante la independencia, la inversión y tecnología inglesa llegaron a Antioquia ya que los pagos estaban pactados en oro y, esa nación quería supervisar que las minas si fueran explotadas de manera productiva con el fin de poder garantizar el cumplimiento de las obligaciones. Fue así por ejemplo como la casa Goldsshmidt tomó en arriendo al naciente gobierno varias minas en las regiones de Marmato y Supía, a las cuales incorporó tecnología de avanzada y las más modernas técnicas de ingeniería para la época. De esta manera, poco a poco dichas técnicas fueron conociéndose por toda la región e, incluso, se fundaron los primeros talleres donde se reparaban y fabricaban piezas para la industria minera.

"La minería de veta requería mayores inversiones y más alta tecnología. Para lo primero, los comerciantes de Medellín ya tenían capital suficiente. Para lo segundo, se preocuparon por invitar a permanecer en la provincia a Boussingault, Moore, Walker, Nisser, De Greiff y otros ingenieros, los cuales efectivamente se vinieron de Marmato a El Zancudo, a Amalfi, a Anorí, a Sonsón y a otros sitios".

"Estos ingenieros extranjeros fueron los que dieron el vuelco técnico a la minería en Marmato primero, y luego en toda Antioquia, y los que iniciaron el fenómeno importantísimo de difundir los conocimientos mecánicos, hidráulicos, metalúrgicos, geológicos y químicos que posteriormente abonarían el terreno a la industrialización, al irse capacitando más y más trabajadores en la escuela informal y ruda pero muy eficaz de las minas de filón".7

De igual manera, el hecho de que las minas fueran manejadas como verdaderas industrias con control a la producción, talleres de reparación, turnos de operarios, el trabajar con mano de obra

asalariada y muchas otras cosas, llevó a la naciente clase dirigente a saber manejar todo este tipo de asuntos logísticos e incluso aquellos referentes al comercio no nacional sino internacional.

"A su vez, en los talleres de reparación y construcción de maquinaria para la minería, los trabajadores nativos aprendieron a construir máquinas, y el gran número de asalariados con altos jornales, implicó un mercado amplio y propicio, que sirvió de base para que en la región surgiera una industria productora de bienes de consumo. En síntesis, la producción de oro en Antioquia creó condiciones propicias para que con otros elementos se diera una industria. El mercado se amplió, se adquirieron experiencias técnicas y de administración y los comerciantes lograron fuerte acumulación de capital".8

Finalmente, poco a poco, en Antioquia se fue pasando de la extracción de oro exclusivamente a la incursión en cultivos parcelarios de café principalmente, ello como fruto de una diversificación natural de la producción en la medida que la economía se va desarrollando, pero por sobre todo, por haber caído fuertemente los precios internacionales del oro a finales del siglo XIX como consecuencia de los nuevos hallazgos del mineral en California (E. E. U. U. ) lo que aumentó considerablemente la oferta y disminuyó la rentabilidad del metal. No obstante, la extracción del mineral continuará desempeñando un papel fundamental en la economía antioqueña durante los años futuros.

 


NOTAS:

1 MON Y VELARDE, Juan Antonio. Proyecto de introducir la moneda para el tráfico y giro de la negociación. Santafé de Bogotá: Archivo Histórico Nacional, Virreyes. T. 6, Fo. 923.

2 FERMÍN DE VARGAS, Pedro. Pensamientos políticos siglo XVII-siglo XVIII. Santafé de Bogotá: Procultura, 1986. pp. 86-87.

3 TIRADO MEJÍA, Alvaro. Op. Cit. p. 237.

4 BREW, Roger. El desarrollo económico de Antioquia desde la independencia hasta 1920. Santafé de Bogotá: Banco de la República, 1977, p. 42.

5 POVEDA RAMOS, Gabriel. Historia económica de antioquia. Medellín: Autores Antíoqueftos. 1988. p. 25.

6 LÓPEZ TORO, Alvaro. Migración y cambio social en Antioquia durante el siglo XIX. Santafé de Bogotá: Universidad de los Andes, 1970. p. 11.

7 POVEDA RAMOS, Gabriel. Op. Cit. p. 59.

8 TIRADO MEJÍA, Alvaro. Op. cit. p. 237.


 

Bibliografía

BREW, Robert. El Desarrollo económico de Antioquia desde la independencia Hasta 1920. Santafé de Bogotá: Banco de la República, 1977.

FERMÍN DE VARGAS, Pedro. Pensamientos políticos Siglo XVII-Siglo XVIII. Santafé de Bogotá: Bolívar, 1986. 225 p.

HENÁO, Jesús María y ARRUBLA, Gerardo. Historia de Colombia. Santafé de Bogotá: Camacho Roldan, 1929. 811 p.

JARAMILLO, Juan Diego. Bolívar y Canning 1822-1827. Santafé de Bogotá: Banco de la República, 1983. 357 p.

LÓPEZ TORO, Alvaro. Migración y cambio social en Antioquia durante el siglo XIX. Santafé de Bogotá: Universidad de los Andes,1970.

MAYOR MORA, Alberto. Etica, trabajo y productividad en Antioquia. Santafé de Bogotá: Tercer Mundo, 1996. 537p.

PARSONS, James J. La colonización antioqueña en el occidente de Colombia. Santafé de Bogotá: Banco de la República, 1961. 344 p.

POVEDA RAMOS, Gabriel. Historia económica de Antioquia. Medellín: Especial, 1988. 378 p.

SANTA MARÍA ALVAREZ, Peter. Origen, desarrollo y realizaciones de la Escuela de Minas de Medellín. Medellín: Diké, 1994. 846p. (dos tomos).

TIRADO MEJÍA, Alvaro. Introducción a la historia económica de Colombia. Santafé de Bogotá: El Ancora, 1988. 377 p.