EDITORIAL

 

 

IRAQ

Recordar con nostalgia esa ya lejana juventud (o quizás infancia) con noches que servían de marco a nuestra palpitante primera aproximación a los relatos de SHAHRASAD es ejercicio de obligatoria realización frente a las azarosas circunstancias que nos han salido al paso.

En ese entonces, nuestra expectativa nos impedía, siquiera por un instante, conciliar el sueño en esas noches vividas apenas como efímeros momentos, mientras intentábamos intuir conceptos como amor, erotismo, misoginia (desprovista de su connotación radical y presentida mejor como ese descomunal temor ante tan gigantesca e inexplicable fuerza femenina), derecho, política, literatura, arte, poesía y un larguísimo etcétera.

Aunque ya habitábamos en el mismísimo paraíso con sus inquietantes huríes, no nos sentíamos distantes de Mosul, Basora ... Bagdad.

Mas hoy, viendo la nueva barbarie con su infernal poderío técnico bélico, volvemos a recordar, en contraste con la brevedad de nuestras ya distantes noches de mocedad y de lectura, la misma eternidad que ya trasparentaba el literario texto, y que ahora se hace carne en esas "pobres gentes" y su horrendo presente.

"-¡Esta noche los luceros

no se quieren retirar;

es una noche de esas

que parecen no acabar!

En lo larga me parece

Día del Juicio Final

Y al que aguarda la mañana

Hácelo desesperar" (tomo I, pág. 1126)

Qué diferencia abismal entre aquellos mercaderes de leyenda que "son hombres que no parecen tener otro negocio que el negocio del amor", (Tomo I pág. 229) y las nuevas furias del mercado, interesadas en controlar hasta la última gota de petróleo en el último rincón del Planeta.

El mismo texto pareciera ser una anticipación profética cuando reza: -¡"Jamás, ye muslin, vi a nadie en el mundo que contigo pudiera competir en la excelencia de tu ciencia"! (Tomo II. Pág. 855)

Lástima que tal ciencia sólo esté hoy, al servicio de la destrucción y de la muerte, de la eliminación física del oponente diferente, arrasándole, de paso, todo lo que signifique dignidad, cultura, valores, ecología... vida.

Incluso, pareciendo que en este trance ha fallado la plenitud de las formas procesales que constituyen el debido proceso, advirtiéndose de bulto la carencia de una auténtica "legitimación en la causa" en los iniciadores del conflicto, se podría uno aventurar a pensar que no estamos realmente frente a una guerra (o por lo menos frente a una guerra justa) sino frente a una simple invasión, a una mera agresión, a una práctica de neoconquista (¡qué complejidad terminológica de la nueva geopolítica!) despóticamente desatada, en forma paradójica, desde la patria de Lincoln, Whitman, Luther King.

Esas Mil y unas Noches, en su riquísimo refranero nos han ilustrado en que: "La clemencia es señal de alma buena." (Tomo III. Pág. 1605), "Aquel que rinde acatamiento a la pasión, de lo justo pierde la noción" (Tomo Ill. pág. 1605), en fin, "Quien primero alaba y luego critica miente dos veces." (Tomo III, pág. 1064)

¿Será ya imposible volver a advertir que: "Vio SHAHRASAD venir la aurora y cortó el hilo de sus palabras cautivadoras"?

¿Será que en un mundo como el que nos ha tocado en suerte, resulta imposible volver a soñar, volver a confiar en el relato, volver a vivir el suspenso que nos produce el relato dentro del relato, volver a disfrutar del relato portador de la virtualidad de prolongar la vida y de aplazar la ejecución hasta desembocar en la auténtica plenitud liberada ya de los temores que nos tenían en vilo?